-!Ahora sí que se les puso la cosa mala a los americanos!- gritó un hombre que pasaba en bicicleta, y mi marido dijo que seguramente era un problema de los talibanes, sólo ellos eran capaces de formar líos en los Estados Unidos.
Llegando a casa alcanzamos a ver las últimas imágenes de un New York irreconocible, en un noticiero especial por una vez actualizado, en vivo, casi urgente. Mi papá tenía las manos en los bolsillos y la boca apretada, como cuando le duele dentro.
Fui a buscarle leche a mi hija y en el último cuarto encontré a mi abuela, con las fotos de los viajes a América en el regazo. Me extendió una y resumió el desastre con su lógica de esposa de sesenta años, acostumbrada a vivir a través del marido.
-Menos mal que tu abuelo no alcanzó a ver esto -dijo- Se hubiera muerto de pena.
Definió el momento. Muertos de pena entonces, muertos de pena aún.
Los abuelos en Nueva York, Octubre de 1982 |
El mundo sufrió esta pena entonces, como si propia fuera! Una verdadera desgracia...
ReplyDeleteY seguimos penando por esa y otras tantas que siguieron. Qué bien le vino a algunos! Es una pena!
ReplyDelete