“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Friday 30 April 2021

Munch y las mujeres

El autor de "El grito", una de las obras plásticas más famosas de la historia del arte, hizo a lo largo de su vida decenas de retratos de mujeres que influenciaron su vida, tanto en el plano profesional como romántico.

Munch era un modernista convencido, algo que manifestaba a través de su arte pero también en su manera de ver el mundo. "Basta ya de pintar interiores, hombres que leen y mujeres que tejen. La pintura ha de estar llena de gente que vive y respira y ama y sufre", escribió. 

Así pues, todavía abatido por la muerte a causa de la tuberculosis de su madre unos años antes, pintó en 1886 "La niña enferma", representando a su hermana Sofía, que también moriría de este mal.

En cambio, en 1892 hizo un magnífico retrato de su hermana Inger, una muchacha bella e inteligente, rebosante de vida, con la cual el artista tuvo una relación especialmente estrecha.

En 1885, Munch conoce a quien sería su primer amor, Milly Thaulow. Aunque la relación terminó muy pronto y dejó a Munch marcado por la decepción, el artista no olvidó a quien luego sería la primer redactora sobre moda y cocina en Noruega. Su retrato se repite en "La danza de la vida", hecho en 1900.

Con el cambio de siglo comenzó Munch una relación tormentosa con una beldad llamada Matilde "Tullah" Larsen. En 1902, durante una cita en el atelier del artista en el pequeño pueblo de mar Åsgårdstrand, una pistola se disparó por accidente, hiriendo a Munch el dedo meñique de la mano izquierda. Ni Munch ni Tullah supieron ofrecer una explicación plausible para el hecho, y no quedó jamás claro quien había sido el culpable. Lo cierto es que Munch hubo de pintar con un dedo meñique mocho, desde entonces y para siempre. En 1905 pintó "Cabeza contra cabeza", que representa a Tullah y a él mismo.

"Las chicas sobre el puente" es una obra central en la carrera de Munch, que hizo doce versiones de la misma. La inspiración fueron las jóvenes de Åsgårdstrand, en sus paseos por el pueblo.

Algo recurrente en Munch son los primeros encuentros breves y espontáneos que conducen a una fascinación vitalicia, más o menos de ambas partes. Este es el caso de Ingse Vibe, una muchacha de dieciséis años que se detuvo un día frente a la verja de la casa del pintor, para conversar con él un rato. Serían amigos para toda la vida; Munch hizo varios retratos y dibujos de ella.

"El broche" es una litografía creada en 1903, que muestra a la violinista inglesa Eva Mudocci, la amante del artista que más influyó en su obra. La vemos retratada en la "Madonna", "El concierto de violín" y "Salomé". 
"La mujer de ojos milenarios", la llamó el pintor.

Una de las modelos favoritas de Munch fue Birgit Prestøe, quien aparece en obras tan esenciales como "Vampiro". Birgit fue luego conocida como la primer mujer del reino que aceptó dar una entrevista sobre su experiencia como modelo, en una época en que esto no era considerado una profesión decente.

Toda su vida, Edvard Munch sintió, al mismo tiempo, una atracción irresistible por las mujeres y un enorme temor a ser rechazado por ellas. Sostenía que el matrimonio y las ambiciones artísticas no iban de la mano, de manera que permaneció soltero hasta su muerte, en 1944, a los ochenta años.







Del hierro que canta

En Noruega el idioma se divide en dos grupos: noruego del Este y noruego del Oeste. Estos dos grupos, a su vez, se ramifican en decenas de dialectos, tan distintos entre sí, a veces, que comprenderse entre región y región es imposible. 

Noruega es un país largo y profundo de fiordos y montañas; la población no pasa de cinco millones, aún hoy, y en ciertos lugares la distancia entre vecinos puede ser de varios kilómetros. Así pues, antes de que existieran los automóviles o el teléfono, los dialectos cambiaban incluso de granja a granja.

Para los noruegos el dialecto es un asunto del corazón; se considera una traición, por ejemplo, cambiar el dialecto de una región del interior por uno más citadino. Que escritores y músicos compongan sus obras en su dialecto natal colabora con el concepto de preservación y orgullo. 

Entre estos últimos está Kaizers Orchestra, un grupo de rock alternativo fundado en Rogaland, una de las regiones más bellas del reino, con un dialecto rico y casi aristocrático heredado del bergense, que a su vez imita las erres arrastradas de París. 

Toneles de petróleo, un órgano de pedal, una lamparita de mesa y melodías que muerden son el sello de este grupo; su vocalista, Janove "El Chacal" Ottesen es considerado uno de los mejores liricistas escandinavos del siglo. Sus canciones son historias de mutilados, de sentenciados, de desahuciados de guerra que regresan a morir entre los brazos de una muchacha, pero también de partisanos alegres brindando con vodka y bailando polkas con la muerte. 

Las máscaras de gas cubriendo los rostros de los músicos, las patas de cabra y martillos con que golpean los toneles y sus canciones, violentas por momentos, por momentos nostálgicas y tiernas, cantadas en dialecto, han hecho de este grupo un mito con adoradores en todo el mundo: los fans en Japón corean canciones en rogalense, demostrando así una vez más que la música no es para entender, sino para sentir, porque el corazón, de la misma manera en que tiene más cuartos que una casa de putas, al decir del Gabo, también tiene lenguas, y sabe usarlas.







De mujeres y espíritus

La teogonía de una región es tan importante como su geografía a la hora de conocerla. Meter el dedo en la vieja tierra escandinava es sacarlo oscuro y húmedo de cosechas prometidas; hurgar en su mitologías es descubrir un mundo de espíritus, genios, elfos y enanos cuya influencia fue tan grande que aún hoy perdura. 

Los antiguos nórdicos creían que la tierra estaba habitada por gran número de seres cuya naturaleza superaba la humana. Incluso se llegó a creer que las almas de los vivos podían separarse de sus cuerpos y llevar una vida casi independiente. Esto difiere del concepto que tiene el cristianismo de estos dos elementos de la naturaleza humana, pues mientras para el cristiano el alma es completamente implacable e inmaterial, el segundo yo que los nórdicos creían que existía dentro de un hombre podía ejercer funciones corporales, hablar, moverse y adoptar incluso la forma de otro ser humano o animal. A este yo semimaterial le llamaron "fylgja", que significa "el que acompaña".

Aunque la fylgja pudiese vivir separada de un cuerpo, no por eso dejaba de compartir el destino de éste, de manera que cualquier daño infligido a una parte repercutía en la otra. Esta creencia subsistió durante mucho tiempo después del paganismo; en la era medieval se tuvo por cierto que las hechiceras no tenían que salir de sus casas para circular por el exterior, tomando la forma de un animal. Si alguien hería o mataba a la bestia, se encontraría al instante a la bruja, en su casa, muerta o herida.

Paulatinamente, los antiguos fueron considerando a la fylgja como una entidad independiente, como un demonio o genio, libre de toda vinculación con un ser humano determinado, hasta acabar por admitir que podía encarnar el alma de los antepasados o, incluso, de una religión. Fue representada como una mujer armada, una especie de diosa cabalgando por los aires. Consideradas al comienzo como espíritus protectores, las fylgjur, (plural de fylgja) por los tiempos en que el cristianismo fue introducido en la región, llegaron a ser temidas como demonios malignos. 

Cuéntase, en una saga referida a algunos de los jefes que convirtieron a los países escandinavos, que un hombre llamado Thidrandi, islandés de nacimiento, oyó, en una noche clara, que llamaban a la puerta de su casa. Aunque le advirtieron que no debía salir, tuvo la imprudencia de pasar el umbral, espada en mano, dispuesto a enfrentar al enemigo que esperaba encontrar fuera, pero lo que vio fueron nueve vestidas de negro, que venían por el Norte, montadas en caballos pardos y blandiendo refulgentes espadas. Al volverse, vio llegar por el Sur a otras nueve mujeres, vestidas de colores claros, que cabalgaban blancos corceles. Entonces se apresuró a entrar en su casa, pero fue en vano; las mujeres vestidas de negro lo alcanzaron con sus golpes y lo dejaron mortalmente herido. Al día siguiente lo encontraron, aún con vida, y antes de morir pudo contar lo ocurrido. 

Sus contemporáneos explicaron el suceso del siguiente modo: las mujeres eran fylgjur, esporitus protectores de la raza, pero las mujeres vestidas de negro permanecieron fieles al paganismo, mientras que las vestidas de colores claros se inclinaban ya hacia la fe cristiana. Antes de ceder paso a los extraños, las fylgjur paganas exigieron un último sacrificio, que resultó ser el desdichado Thidrandi. 

El paganismo persiste en los países escandinavos, a pesar de la agresividad del cristianismo, que obligó a los últimos vikingos a refugiarse en otras tierras, como es el caso de Islandia, cuya población está hoy compuesta mayoritariamente por paganos. El culto al fylgja es aún fundamental, y su naturaleza, humana o animal es revelada a través de un ritual mágico. Su protección es invocada a diario.