“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Monday, 25 October 2010

Le temp

La reuniones de padres siempre me agarran desprevenida. Anoto la fecha en mi agenda, cuelgo notitas con imanes en el refrigerador, pongo la alarma en el celular y así y todo llega el día y me entero como por casualidad.

Aparte de mi despiste crónico, creo que no registro la fecha como es debido porque me parece que hace sólo unos años mis padres iban a las reuniones en mi escuela. De alguna manera, cada vez que me veo sentada en un pupitre, rodeada de medio tiempos -la costumbre escandinava de tener hijos tarde, que hace que los padres más que padres parezcan abuelos- y escuchando a la maestra hablar de tareas y metas, meriendas, actividades al aire libre, el parqueo, la piscina que otra vez está vacía y la colecta para Navidades me entra un sentimiento de alienación total, de no pertenencia, y es eso, que por mucho que me de en la narices contra el hecho todavía no asumo que la vida haya pasado tan de prisa.

¿Qué hacemos aquí?, quiero preguntarle a Mariana, pero la veo enredando y desenredando un mechón de pelo y esa es mala señal, así que me callo mientras el director hace, una vez más, el cuento del niño que quiso tocar el violín y no pudo porque el padre le dijo que en la familia todos tenían mal oido, o el de la vez que se le ponchó el carro justo cuando iba a llevar a sus dos hijos al primer día de escuela....

Regreso a casa, con Mariana mascullando que para la próxima con ella no cuente, la agenda repleta de anotaciones y fechas señaladas y la noción certera del tiempo, ese canalla, que gracias a Dios se me olvidará a las pocas horas.

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¡Habla, pueblo de Aura!