“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Wednesday, 27 October 2010

Esclavos

Ayer ví un reportaje hecho por un periodista danés sobre el trabajo infantil en las plantaciones de cacao en África. Ver a esos pobre niños, vendidos por sus padres o raptados por los traficantes de personas,  machete en mano, cortando los frutos y cargandolos en sacos que superan su propio peso varias veces, es  inaudito. Apenas es creíble que se trate de un horror moderno y cotidiano, y no de imágenes antiguas de colonias y colonizadores, de esclavos y esclavistas, de víctimas privadas de los más básicos derechos y victimarios con sed de oro.

La Nestle ha hecho caso omiso del documental y de todos los otros informes que se le han presentado al respecto. Alegan que ellos reciben el cacaco de muchas empresas recolectoras en todo el mundo y no tienen control sobre las condiciones en que la cosecha se realiza en cada caso.  Ojalá estuvieran solos en la cumbre de la hijoputancia, pero nada más lejos de la verdad.

Cada día compramos algo que ha pasado por las manos de niños obreros. Ropa, comida, muebles, autos, artículos para el hogar. La seda que tanto nos gusta la producen miles de infelices en India y China, trabajando por un salario que no es tal durante quince o más horas al día. Los juegos de comedor que llegan de Indonesia son, además de material del bosque lluvioso, fruto del trabajo de niños y adultos mal pagados y mal vivos. El azúcar que consumimos viene de la caña que cortan en condiciones inaceptables los cañeros caribeños.

Hay un mercado de productos ecológicos y que ostentan garantía de haber sido confeccionados por trabajadores en edad y condiciones adecuadas, pero cuestan cinco veces más que los que salen del trabajo esclavo. Así pues, una familia de ingresos normales está prácticamente obligada a sufragar el tráfico humano, porque de otra manera no alcanzaría jamás el presupuesto de cada mes.

Eso somos los habitantes de las grandres potencias, un rebaño al que le han tocado mejores pastos y a quienes los pastores mantienen ciegos pero cebados, o en el mejor de los casos mirando a los que enflaquecen del otro lado pero sin poder ayudar, porque su necesidad es mucha y el báculo de los pastores largo y potente.


5 comments:

  1. En el verano del 2001,yo intentaba vender muebles un una tienda muy popular en Miami. Sus dueños, compatriotas mios, se llenaban la boca y con orgullo repetian hasta el cansancio como habian montado aquel sueño americano y dorado.

    En una mañana de sabado donde nos metian tremendas muelas al mejor estilo Bruce Lee para que salieramos motivados a vender aquellos muebles de nombres falsos y Made in China, el representante de una fabrica se robo el microfono y nos explico como podian mantener aquellos precios de pulguero.Ok,cito en forma de resumen...

    1)montan la fabrica.
    2)llenan la aldea mas cercana de pasquines buscando "obreros"(solo necesitan 50 mil).
    3)al dia siguiente hay 200 mil chinitos hambrientos buscando pincha,los mismos esclavos del cacao.

    ...fin del cuento chino...les pagaban 50 centavos de dolar al dia y les dan escuela, comida y un pequeño hospitalejo...viva la economia globalizada!

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  2. Casi me olvido....Gracias a Dios que me botaron por incumplir la produccion!

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  3. Es lo mejor que te puedo pasar, Marsellus. Puede que suene a propaganda roja, pero la tranquilidad de espíritu vale mil veces más que el dinero.

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  4. un dia entre vinos y amigos contare lo que paso este cristi-ano cuando llego al pantano donde vive....

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  5. Uno sabe que eso pasa, se horroriza pero muchas veces no tienes otra opción que seguir comprando porque como tu dices, la otra alternativa es muchooooooooooo más cara o no hay más ninguna. Entonces, qué? Es así con todo, nosotros no somos los que tomamos las grandes decisiones de la economía y la política mundiales, a ellos no les importan los chinitos, africanitos, inditos.

    Y a mucha gente común y corriente que conozco tampoco les importa, viven así, por vivir. Nos queda solamente desde nuestro modesto alcance y con pequeñas acciones, tratar de tranquilizar nuestras conciencias.

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¡Habla, pueblo de Aura!