“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Thursday 3 February 2011

De las alas truncadas

Que la realidad supera a la ficción es harto conocido. Sin embargo, a veces ve uno algo y no puede menos que sacudir la cabeza un par de veces, tan surrealista parece.

Ayer supe de una mujer que, alentada y remunerada por las autoridades de su localidad y con el argumento de que son legión  y se convierten en una plaga para los vecinos, ha puesto unas enormes trampas para atrapar cuervos. Allí los reúne, y cuando ya no caben más los sacrifica -utilizando gas, que al parecer es lo que se le aplica a los inocentes- los congela y luego los entrega a "la fábrica de proteína", que no sé exactamente qué es pero tampoco quiero enterarme porque sospecho que va a quitarme el poco sueño que me que me queda.

Una nevera llena de cuervos muertos. Es algo que hubiera podido ocurrirsele a Jane Crow, algo  para ser narrado por Euchrid desde su caja de verduras, algo para asustar a los niños en las noches de invierno, algo para pensar con el rabillo del ojo.

Me imagino a esa mujer, con los bolsillos de sus pantalones de lona llenos del dinero que cobra por asesinar pájaros y no puedo evitar un escalofrío. Alguien debería marcarla, hacer una cruz  con sangre de cuervos sobre su puerta o coser una C negra en su solapa que permita a hombres y bestias identificarla como la abominación que es y, sobre  todo, anotar cada muerte, que la culpa no se mide por el tamaño de la víctima.

3 comments:

  1. Fricandel, Pasta de Oca! Pizza con preservativos! Mandame a esa bruja pa'ca que tengo ua pila de cocodrilos, no hablo de politicos, en los Everglades locos por jamarsela.

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  2. Los cuervos le molestan porque graznan, supongo, porque en estos momentos no hay cosecha que puedan comerse.

    Lo de la fábrica de proteína prefiero que siga en mi gaveta de la ignorancia eterna. No puedo con esa idea, de verdad. Pero te la mandaría para allá de mil amores, a ver si se pone para las pirañas y atrapa a María Elvira.

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¡Habla, pueblo de Aura!