Hace diez años lo tenía allá arriba, al ladito de Cave, Waits y Cohen. Fantástico como ellos, y como ellos alcanzable sólo en la medida de su música. Recuerdo las lágrimas que me bebí un invierno al no alcanzar entradas para uno de sus esporádicos conciertos en Oslo. Fué la noche de pub más triste de mi vida.
El año pasado, sin embargo, ocurrió un milagro. Gracias a una serie de accidentes afortunados me encontré sentada en una sala sacada de una saga vikinga, con una sonrisa que me dolía en las orejas, escuchando "Sabina pasea por el malecón" con dedicatoria. Y por si fuera poco, la noche siguiente lo tuve en casa, con su humor crítico y su humildad enternecedora, coreando canciones viejas, comiendo bacalao a la cubana y arreglando el mundo a golpes de Aquavit.
Hoy voy a verlo de nuevo, y como Juvenal Urbino, apenas puedo esperar a que sean las ocho. Disfrutar de un artista con tanto talento y carisma es genial. Disfrutarlo en plan de amigos es un regalo, así de simple.
Salud, Stefan, y besos mil.
Me alegra muchisimo, se ve que esto te hace muy feliz. Que disfrutes al máximo y te lo pases genial.!!
ReplyDeletecool!
ReplyDeleteCool is an understatement, Garrinchita! He disfrutado como una lombríz en primavera las canciones y los guiños.
ReplyDeleteOfe, la pasé de maravilla. Hasta en la lista de invitados estuvimos, mira tú qué caché. :))