Como una vulgar piruchi, me dejo subyugar por su color chocolate, perfecto para piececillos otoñales que presumen de hippies.
"Es lo último", me cuenta ella, "el Marrón Khaki de Chanel."
La sonrisa sufre un escalofrío y se escurre. ¡Chanel! Pomposo y caro, tan contrario a mis principios...
"Otra vez será", digo, y me voy rumiando mi desventura y refunfuñando bajito.
Media hora más tarde, empero, vuelvo a sonreir encantada. ¡Allí está, en mi tienda preferida y por un precio apto para bolsillos proletarios, el mismo color! Y se llama Dust & Diamonds, un nombre con swing y reminiscencias beatlerianas, que no bélicas.
"¡Ja!" exclamo, y salgo con paso ligero, agradeciendo al buen Dios que siga acordándose de sus criaturas, aún de las más locas.
¡A tomar por saco, Chanel!
OHHH, es que hay tantas cosas lindas!!! Menos mal que tenemos a Pepe Grillo susurrando en nuestro oído y también menos mal que tenemos a esas imitaciones salvadoras para satisfacer nuestras conciencias y no quedarnos como el perro de Pavlov, qué somos simples mortales, recontra!!!!
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