Juan trabaja. Al menos eso dice si le preguntan. Para probarlo le vale su salario, escueto pero contante.
Juan es uno de los cinco choferes de una empresa que sólo tiene un camión en funcionamiento. Para manejarlo se turnan, y cuando no le toca a él hacerlo se le puede ver en el portal de su casa, criticando hasta a las moscas y hostigando a la infelíz de su mujer.
Juan anda preocupado. Medio millón es mucha gente, y en la empresa se rumora que un jefe dijo "un camión, un chofer." Además, todo el mundo sabe que el vende el petróleo del vehículo a los que no tienen gas ni cocina eléctrica. Malo dos veces.
La mujer de Juan le ha puesto una velita a un santo en el que no cree, a falta de un CDR eficiente. Un marido cabrón, desocupado y sin dinero es más de lo que puede soportar, y la novela está malísima.
Foto: Ricardo Campani "Desocupado"
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