Bailan las gitanas,
míralas el rey;
la reina, con celos,
mándalas prender.
Cervantes.
Los gitanos. Lorca, pienso. Granada, el Guadalquivir. Cantos ancestrales y dolorosos. Mi abuela, en cuyo recuerdo eran sucios, trapaceros, ladrones, habilidosos. Pushkin. Victor Manuel y las gitanas tropicales a las que, según dicen, me parezco. Bob Dylan y su canto a una mujer analfabeta y sometida que a la vez guardaba en su melena el misterio del mar. José Mercé. Panderetas, pies descalzos, faldas de loca con las que me gusta adornarme. Los gitanos....
Los gitanos. Sangre, pienso. Matrimonios pactados. Robo y mendicidad. Niños semianalfabetos. Mujeres rechonchas en la catedral de Sevilla, agresivas e insolentes, oliendo a sudor y romero, empujándose y empujando, en pugna por ganar la mano que no quiere ser leída. Acordeones disonantes en las calles de Oslo, tocados por paraplégicos de ocasión. Los gitanos...
El mandatario francés -la Galia es pródiga en enanos prepontentes- ordena su expulsión inmediata con una saña que recuerda la que imperó durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de gitanos instalados en Francia fueron enviados a los campos de concentración. El mundo reacciona y es justo que lo haga pues las leyes, al menos en principio, han de ser aplicadas a todos por igual, y el pueblo romaní debe gozar de los mismos privilegios migratorios que el resto de los europeos.
Sin embargo, las migraciones ilegales de los gitanos son un problema en crecimiento. Quienes vemos verano tras verano como se incrementa el delito en las ciudades invadidas lo sabemos. La expulsión de familias enteras es un espectáculo doloroso, pero tal vez sea necesario. Idealmente podrían regresar, instalarse con sus papeles en regla y comenzar una vida nueva lejos de las penurias que los asolan, pero tomando en cuenta su disposición natural y la distribución económica y demográfica de los países en los que pretenden asentarse es un pensamiento casi utópico.
Ojalá puedan algún día vivir a su aire, en paz con ellos mismos y con el resto del mundo. Mientras tanto, se acerca el inverno...
Foto: Harry Hoppe
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¡Habla, pueblo de Aura!