-novelera como soy- interesante y misteriosa. Un hombre vestido con ropajes negros y una máscara de piel representado la cabeza de un perro que iba bajo el seudónimo de Cave Canem (cuidado con el perro, en latin) se dedicaba a clavar cruces con mensajes crípiticos de estilo luterano en las puertas de veinticinco iglesias de las cercanías.
Uno de los mensajes, grabados en la madera, rezaba: "El cristianismo, junto a otras religiones basadas en la idolatría de dioses, es el más grande y completo fraude que ha conocido la humanidad." No era precisamente un prodigio de la teología, pero nadie identificaba al canino profeta y la noticia siguió creando expectativa.
Hoy, empero, leo que el enmascarado ha sido reconocido. Se trata de un escritor desesperado que habiendo publicado un libro recientemente con la muy pobre cifra de cien vendidos, decidió hacer happenings para darlo a conocer. Tomando en cuenta que el libro se titula "El lamento de un escritor" no me extraña, francamente.
Me siento decepcionada. Yo había esperado que el hombre-perro pasara a la historia de la localidad y se convirtiera en algo para contar a los niños en noches de invierno. Llegué incluso a imaginarlo como parte de la comitiva infernal que asola a los cristianos que no han terminado sus labores domésticas en la noche de Navidad. En cambio, no tenemos más que un pobre frustrado. Otro más.
Está visto, Sancho. Excepto los de la literatura barata, éstos son tiempos sin ángeles ni demonios.
Foto: Dagbladet
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