Lo he dicho antes, no me gustan las muñecas. Las encuentro siniestras, como a los payasos. Los muñecos, en cambio, me fascinan. Me paso la vida enamorandome perdidamente de marionetas pasajeras, muñecos de trapo ajenos, personajillos de plastilina efímeros y encantadores.
Por estos días tengo un nuevo amor: un diablillo tierno y rojo con un libro ajadito de tanto leerlo bajo el brazo. Su creador es Chris Sickels, dueño del Red Nose Studio -presentado por el Garrix, que tiene naríz para el genio- una de esas almas que hacen que me muera de envidia y admiración. Aquí va, con la esperanza de que se materialice muy pronto en algún rincón de mi casa.
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¡Habla, pueblo de Aura!