— ...o como cuando alguien desaparece, y la familia desesperada le entrega a la policía la primer foto de la víctima que encuentra, que generalmente es la del pasaporte, donde uno aparece siempre como si tuviera calambres, y la policía la amplía dos o tres veces antes de hacerla pública, y esa imagen, borrosa y fea, es lo último que le queda a la vida de ti. Eso, y las conversaciones los amigos, apesadumbrados de veras pero también secretamente aliviados: ellos podrán tener mil problemas pero al menos no son tú. — ha dicho Mariana, recostada en la puerta, al otro lado del espejo.
—Si hubiéramos de instalarte un interruptor, ¿qué lugar preferirías?— le he preguntado, pero en lugar de responder ha sonreído, y con ella su índice.
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