Hay por estas noches una luna enorme, dorada y hambrienta tragándose el cielo. Los antiguos la llamaban "luna de lobos", y el nombre está mas que bien puesto porque mirándola siente uno ganas de ponerse en cuatro patas y lamer algo, como diría aquel buen negro que espiaba en la tierrita de Dios.
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¡Habla, pueblo de Aura!