Acabo de recordar que, cuando era pequeña, solía espolvorear con talco las almohadas de los que venían a vacacionar a casa. Me parecía que así dormirían mucho mejor, suavecitos y perfumados.
No creo que sea el caso, pero si a alguien le debo algún ataque de asma, estornudos o algo así, mil perdones.
Ah...eras tu! :)
ReplyDeleteUn dulce deseo, seguro que sin maldad.
Lo hacía con la misma voluntad de agradar con que masajée los pies de una tía abuela con el perfume en crema de mi mamá. Yo siempre he sido peligrosamente buenoide. :)
ReplyDeleteBermellón!!! Ese era el perfume en crema!!!
ReplyDeleteNo, este era de Coty, y se lo había mandado a mi madre del Norte. Pecado doble, en fin.
ReplyDeleteYo todavía le llevo Maja a mi mamá. Y Maderas de Oriente...
ReplyDeleteMarabú?
ReplyDeleteAh pues, el Bermellón es la versión cubana...
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