El color de las gardenias floreciendo en la ventana, la guayabera preferida de mi abuelo. Las ramitas de canela y el anís estrellado en la cocina, la silueta de abuela, de espaldas, planchando la natilla. Esa copa verde, la colonia de mi papá, y el azul casi blanco de esta taza, la crema de almendras de mami. Los limones son mis hermanos al volver de la escuela; Tía es la punta de la braga que sobresale de la gaveta. Ojos miopes tras espejuelos redondos que me siguen, mis amigos.
¿Ves, Distancia, cómo no ganas?
All you need is love
ReplyDeleteTienes la bendita costumbre de romperme el corazón de vez en cuando. A Dios pongo por testigo de que la magdalena de Proust se digiere de maravillas con las natillas planchadas de su abuela. Buen fin de samana para sus recuerdos.
ReplyDeleteMaría, agradecida como perra callejera
Pelea duro pero no gana. Chapeaux
ReplyDeleteUstedes todos son parte también de esa mirada que llevo conmigo. No saben cuanto los quiero.
ReplyDeleteLo mismo de este lado. Esta familia ampliada que uno se va armando poco a poco vale mucho, sin desdeñar la que nos trajo hasta aqui. saludes
DeleteBello...y gracias por la foto :). Se te quiere más que si fueras de toda la vida, un regalo que me dio la distancia.
ReplyDeleteLa libélula fue escogida deliberadamente, lo sabes. Te quiero mucho.
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