Si yo pudiera meterme en un bolsillo la niebla, las hojas secas en la calle, el sabor del vino rojo, la atmósfera de un bar diminuto y delicioso en una esquina, el ruido de los tranvías cuya luz te da en los ojos al pasar, el calor y la tristeza en la voz del trovador, las frases sueltas del hombre del sobretodo negro sentado a mi espalda en el bar cuando se le cantó al desamor, la alegría de poder corear, yo también, en esta lengua extraña y suave, un estribillo que pide que te quedes sólo una hora más. Si pudiera...
ah, corazona. Una acostumbrada a la jarana, y le llega esto y se queda tranquila y pensando. Lindo día, Guarda
ReplyDeleteCharlie, te hubiera gustado estar allí, fue una de esas veladas en la que la magia se puede tocar.
ReplyDeleteEs un momento que se queda atrapado...más que un deseo.
ReplyDeleteMe alegra que lo hayas disfrutado :))
No poder atraparlo más que en mi memoria, que por paquidérmica que sea está también expuesta al embiste del tiempo, es lo que más me pesa.
ReplyDeleteCuenta, cuenta!
ReplyDeleteCierto...aunque esos recuerdos donde mejor se guardan es en el alma.
ReplyDeleteEl recuerdo quedará, sin dudas. Lo que siento es perder los detalles, la risa de la muchacha que se metió al baño al mismo tiempo que yo y conmigo hizo contorsionismo para caber en él, tan diminuto era. La sonrisa cómplice que intercambiamos la actriz que hasta ese momento me parecía antipática y yo cuando comenzaron los acordes de mi canción preferida. El desasosiego al descubrir que los guantes que había cogido a tientas en el vestíbulo eran morados y no le iban al abrigo verde y el alivio al ver que la bufanda tenía detalles que sí. En fin...
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