Odd Nerdrum, el último de los excéntricos, es un pintor que admiro sobremanera no solo por su enorme talento y su desprecio por los cánones morales sino porque es un hombre que vive de y para su arte, una especie de hermitaño moderno que ha logrado lo que pocos consiguen en estos tiempos: llegar a ser considerado un genio sin vender ano y alma a los medios de comunicación.
Ayer, según los diarios, ha sido condenado a dos años de prisión por no haber declarado sus ingresos de cuatro años, ascendientes a 10 millones de koronas. Este castigo desmesurado, en un país donde un hombre que viola y asesina a dos niñas no es condenado a más de dieciséis años de prisión, donde un padre y una madre que abusan sexualmente de sus hijos durante toda su infancia enfrentan apenas siete años de cárcel, donde parlamentarios que han recibido regalos de exorbitante valor de mano de otros mandatarios sin declararlos en su impuestos salen del apuro con su devolución y una excusa, donde los grandes magnates viven y disfrutan de las prestaciones sociales sin contribuir al fondo público porque sus empresas están en otros países, me parece indignante.
Un artista, por genial que sea, no está exento de deberes y responsabilidades. Pero un sistema judicial que aprovecha ocasiones como ésta para imponer penas ejemplarizantes, cuando hay tanto y tanto camaján, conocido y desconocido, campeando por sus respetos y ganando plata a manos llenas de manera ilegal, es un sistema judicial fallido.
Mientras nuestra ley más efectiva sea la de Jante, estaremos jodidos.
Crepúsculo, de Odd Nerdrum
11. No pienses que tú puedes hacer más kaka que nosotros.
ReplyDeleteMamboMuerto
Hasta eso. Más de un estreñido habrá por ahí envidiandole a otros el buen cagar.
ReplyDeleteIndignate el asunto. Maravilloso el arte.
ReplyDeleteLo peor es que además de privarlo de libertad le han quitado un montón de planes, como enseñar arte en New York y varios otros proyectos en los Estados Unidos. Del carajo, sencillamente.
ReplyDeleteLe están cobrando ser irreverente, mi Vane.
ReplyDeleteDebe ser eso, que corren tiempos de carneros, no de unicornios.
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