Utopías

Hay cosas con las que no se juega, y las asociaciones cuentan entre ellas. Si alguien dice Rusia uno piensa en el Volga, en cúpulas doradas y matriuskas barrigonas, en recios Volodias y trenzadas Natashas. Si se habla de España vienen a la mente vinos y jamones, la ciudad de los gitanos que nadie olvida, Benito y María oscuros de pelo y blancos de risa. Si de Turquía, cimitrarras y velos, lunas crecientes y pipas de agua. Y si de Cuba, sol, son, mulatas y guarapo, mucho guarapo.

Es casi imposible, cuando se oye decir "Noruega", no imaginar ventiscas y dragones, fiordos y bacalaos, vikingos y mozas muy rubias de elástica moral. Por eso esta pobre muchacha, representante del reino en el European Song Contest, tenía menos chance de pasar a la final que un camello por el ojo de una aguja, un rico por las puertas del cielo o un queso manchego por la Aduana cubana. Simpática, optimista, flaca que no da más y seguramente con talento para el que quiera verlo, pero definitivamente no el prototipo de las mujeres del Norte. Y en un  sarao de esta índole, como con todo en la vida, primero va la vista y luego todo lo demás.