Si me dijeran "pide un deseo", preferiría un domingo de tarjetas floridas con versos manidos, de macramés y búcaros, de juegos de vasos y toallas con mariposas, de panetelas y arroces con pollo, de guitarras entusiastas y visitas obligatorias.
Puesto que no puede ser, prefiero al menos un día de buenos recuerdos, de esperanza y de menos tiempo faltando para el abrazo.
Para las madres que visitan y las de los que visitan esta casa, un beso como el mar. Sean felices, que el tiempo apremia.
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