El gato Stevens

Ayer tuve el placer enorme de ver a Yousuf Islam (otrora Cat Stevens) en el show de Fredrik Skavlan -periodista, dibujante y presentador noruego- uno de los mejores programas que ofrece la televisión del reino. Para beneplácito de los que queremos su música, Cat Stevens vuelve a cantar y aún más, comienza una gira mundial con su guitarra.

Fueron quince minutos de dicha por el trovador recuperado y de respeto por un hombre que logró lo que muy pocos alcanzan: encontrarse a sí mismo y ser feliz. Que el camino para conocerse fuera el Islam me tiene sin cuidado porque, como diría esta señora, uno puede creer en las piedras mientras no se las tire a otro y si de hijoeputancia se trata no sé si los cristianos tendremos el record, pero al menos llevamos muy buen average.

De cualquier forma, la extrema derecha noruega ha amanecido hoy revuelta y asqueada. Les parece terrible que Skavlan haya invitado a un musulmán al programa y que lo deje hablar sobre lo que a su modo de ver es una religión de bien. "¡Está tratando de justificar el islamismo utilizando a Cat Stevens!", gritan indignados.

"¡Comen ustedes mucha mierda!", les ha gritado a su vez Mariana, puesta en jarras frente al televisor, y no es para menos. Si al programa van vaqueros republicanos, putarracas luteranas, monjas católicas y coquipelados tibetanos, es apenas lógico que vaya Cat Stevens, que además de ser un artistazo es una persona decente.

Ese es el concepto de democracia: igualdad de oportunidades para todos, sin diferencia de clase o religión. El día que al programa sólo inviten blancos, cristianos y políticamente correctos de cuello V habrá perdido todo su encanto. No creo que ocurra, empero, Skavlan es de los que ven.