L de loba

Hoy, recordando una serie de televisión de la que alguna vez ví una o dos temporadas, me vinieron a la mente las lesbianas que he conocido -en el sentido no bíblico de la palabra- y observado en mi vida, tanto en Barataria como en Europa. Todas, sin excepción, eran mujeres que si bien no carecían de atractivo físico, tampoco se puede decir que fueran hermosas o tentadoras, al menos a mis ojos. En la islita van vestidas de camionero, con camisas a cuadros y zapatotes, y acá van vestidas de soldado, con pantalones de camuflaje, botas y camisetas masculinas, y les es común el factor mono a la hora de caminar y expresarse.

No puedo evitar preguntarme si esas mujeres que tanto morbo despiertan, lesbianas y orgullosas de serlo además, pero conscientes de su femineidad, dulces y coquetas, curvilíneas y melenudas, son un producto del séptimo arte, algo que sólo se ve en las películas de Lynch o Cronemberg.

Y no es que me pique ni me mortifique lo que hagan con su vida, pero creo que sería fantástico verlas disfrutar de su filiación sexual sin tener que uniformarse. En estos tiempos en que ya no es necesario esconderse para amar a alguien del mismo sexo, me parece que recuperar su condición femenina totalmente, dejar de imitar una masculinidad que por naturaleza no les pertenece, es lo único que les falta para ser realmente libres.

Foto: Mulholland Drive, de David Lynch.