E. Hemingway.
Sunday, 29 December 2019
99 globos rojos
Saturday, 7 December 2019
Tuesday, 12 November 2019
Ya ves, yo sigo pensando en ti
Wednesday, 16 October 2019
De lunas y huevos
Friday, 30 August 2019
Rock and roll nigger
Ayer leí algo curioso. En un artículo sobre Leonardo Padura alguien lo comparaba, salvando las distancias, con el Gabo: "Escritores que leen las mujeres que cuidan sus libros." Y tuve que sonreír.
Quienes me conocen saben que los libros son mi universo. Así, pues, tengo libros de todo tipo: algunos, como los de mi padre, están tras cristales, de tan sagrados. Otros, como los tomos del Sandman, en exhibición, de tan majestuosos.
Pero hay libros especiales para mí porque los compré en una epoca de mi vida en Cuba en la tenía que escoger entre merendar o comprarlos, y los escogí a ellos, invariablemente. Me los traje de esa otra vida, y cuando me los tropiezo en el librero es como si tropezara conmigo misma, demasiado flaca y demasiado soñadora, persiguiendo pequeñas librerías improvisadas en viejas casonas con olor a murciélagos.
En esa categoría entran mis libros del Gabo.
Están manchados de todo: de café, de vino, de lágrimas, de sangre menstrual. Los he remendado con cinta adhesiva de cualquier tipo; los he rescatado a última hora de aguaceros; los he reclamado con fiereza si alguien remoloneaba al devolvérmelos.
Pierniabiertos, con notas de amor al margen y orejas de gato, lo único más íntimo que ellos son las bragas viejitas en el fondo de la gaveta, las que son ricas para dormir.
Y sí, claro, lo he hecho también con otros, pero sobre todo con el Gabo porque, quizás de tanto leerlo, la voz me da apenas para decir "¿A ver?" en el teléfono, y pensar que se pueden ir al carajo los hombres que pretenden definir a una mujer que lee.
Wednesday, 7 August 2019
Crónicas del sur
Hay un señor muy gordo que insiste en bañarse en el mismo lugarcito. Él está en la playa y no me ve; en cambio yo lo observo desde la terraza, un par de metros más arriba. Así he podido ver que cada vez, al salir del mar, se baja el bañador y se sacude la arena de sus partes pudendas: una perinola de querubín que ni siquiera el calor del mediodía ensancha o alarga.
La primera vez he elevado los ojos al cielo: ¿por qué a mí, Dios de los pobres? Pero vamos por la cuarta, y he de contenerme porque después de quince días tengo la raza en la punta de la lengua, con toda probabilidad de escape: "¡Guárdese eso, que ahí no hay coló!"
Benalmádena, Agosto del corriente
Friday, 24 May 2019
Rather your legs
Estaba sentado en un banco del parque mayor de mi pueblo, bajo uno de aquellos gloriosos árboles de flores rojas que llovían hormiguchas, y yo andaba feliz porque precisamente quería presentarle a mi nuevo amor: un gato estrábico de ojos muy verdes que por supuesto se llamaba Cocuyo.
Al fin, un sueño posible.
Monday, 20 May 2019
Jesus alone
Este hombre y su piano, su sarcasmo y su inteligencia, su voz vibrando entre mis piernas. Sobre cada una de sus canciones podría levantar mi iglesia: culpa me sobra para ello.
De mi muñeca derecha a tu eternidad, Cave mío.
Wednesday, 15 May 2019
Anacoretismos de mar
Enorme, blanca, luminosa, con terrazas íntimas y olivos viejos, abierta de piernas al mar, es el lugar perfecto para pasar la vida y ver llegar la muerte.
El capitán en cuestión fue mánager de Salvador Dalí, y yo bien lo sabía, y sabía también que de ninguna manera alquilarla podría ser siquiera moderadamente caro, pero como también soy masoquista, allá fui: medio millón de coronas por quince días.
Y es aquí que digo: Dios mío, aparta de mi este cáliz o deja que el Maligno, con nocturnidad y alevosía, añada seis ceros al saldo en mi cuenta; total, como anda hoy el mundo nadie va a echar en cuenta que de la noche a la mañana aparezca una hijoputa billonaria más.
No me compraré un avión, te lo prometo. Ni lanzaré mi propia colección de perfumes vulgares. Ni me buscaré un negro chamán para que me moje el chakra. De verdad.
Thursday, 9 May 2019
Oda al tuerto Zanoni
En mi pueblo, donde taxis, guaguas, tranvías, metros y otras excentricidades del transporte resultan obsoletos, los coches tirados por caballos son -al contrario de lo que creen ciertas moscas vocingleras- una necesidad, si quiere uno moverse de un punto A a un punto B en un período de tiempo razonable y sin derretirse bajo la canícula caribe.
Así pues, el tuerto Zanoni es ahora conductor de uno de esos coches; me lo ha contado mi madre ayer, muerta de risa, después de viajar con él. Y me contó también que el tuerto, entre y bache y bache, soltó un discurso, a propósito de unas señoras con pinta y alza de evangélicas, que bajaron del coche:
"¡Ahora todas son cristianas! ¡Bendiciones pa'quí, bendiciones pa'llá! ¡Con lo putas que eran y lo que han s...!" Y aquí, volviéndose contrito hacia mi madre: "¿Usted me entiende, señora?"
"Si, mi'jo", le contestó ella.
"Descarás..."
Yo, por mi parte, acabo de recuperar la fe en el mejoramiento humano: si la luz del entendimiento se ha hecho en una cabezota como la del tuerto Zanoni, puede hacerse en cualquier otra mollera. Le perdono incluso las veces que intentó espiar por debajo de mi saya de uniforme con su dichoso espejito en el zapato.
¡Aleluya!
Thursday, 2 May 2019
Friday, 26 April 2019
Wednesday, 24 April 2019
Talking heads
"Pero es que también hay eso que dicen, ya sabes", le respondo.
"¿Lo de los gusanos y el pomo y la tapa y el cielo?"
"Si."
"Es cierto. Pero tú mejor piensa en la ratita."
Friday, 12 April 2019
Monday, 8 April 2019
Ángelus
Las mujeres, en cambio, somos como las tortugas. Nos morimos de amores lentos, los dejamos sedimentar, y luego cargamos con ellos sobre nuestro carapacho hecho con retazos de vida, porque sabemos que el tiempo avanza en círculos, y a veces no quedan ganas de desenredar el hilo rojo."
He dicho todo esto, y La Maga ha estado de acuerdo. Y era eso, precisamente, lo que me temía. Está todo muy jodido, si una mujer inteligente llega a la conclusión de "vete a la mierda, hijo de la gran puta egoísta" y otra mujer inteligente asiente.
O, como diría Esopo: si el sabio no aprueba, malo; si el necio aplaude, peor. Pero al revés.
Tuesday, 12 March 2019
Almendras amargas
Ayer he conocido a alguien que se pone calcetines de diferentes colores sin percatarse de ello. No pude evitar la sonrisa cuando lo noté, y él respondió con ojitos de disculpas; entonces le abrí el corazon: yo también.
Le conté que en ocasiones me pongo los vestidos al revés, e infaliblemente las bragas. Y pierdo por docenas las horquillas de pelo. Y doy por ciertas conversaciones que he tenido dentro de mi cabeza. Y me hago añicos, contra el esquinero del mismo librero, el mismo dedo meñique del mismo pie derecho, cada tres meses.
Repondió que le parece encantador mi despiste, y que no cambie.
Según el Gabo ningún loco está loco si uno se conforma con sus razones: he aquí la prueba.
Estrellas y estrellados
Hoy, a las cuatro de la tarde, habían afuera cinco grados bajo cero que se sentían como veinte, porque el viento era grosero y soplaba de costado como para hacer llorar.
La rumana estaba debajo de la farola, como siempre, tratando de protegerse entre mantas y chales. Es oscura y bonita, y tiene mi edad; lo sé porque le acaricio con la punta de los dedos la mejilla, y la veo sonreír con dientes sanos cuando echo monedas en su escudilla o le extiendo un vaso de papel con café recién comprado.
Después de la ducha caliente, de la chimenea chisporroteante, de la copa de buen vino francés, pienso en ella. Pienso en ella mientras preparo la masa para las frituras de bacalao de mi abuela. Frida tenía razón: el mundo se divide en estrellas y estrellados. Y tenía también razón Don Quijote: sólo dos linajes hay en el mundo, que son el tener, y el no tener.
Pero cuestan poco esas monedas sueltas. Cuesta poco sonreír, si uno busca en el bolsillo izquierdo. Quién sabe; quizás sea una sonrisa lo que convierte una farola bajo la nieve de Marzo, en la primer luz de Narnia.
Thursday, 28 February 2019
Ode to my family
Un buen amigo y ex-colega de mi papá me ha escrito hoy esto:
"Viendo tu perfil reconozco la gran mujer que eres. Gran trabajo de tus padres e inclusive de tus abuelos, que también estimé mucho."
Yo mido 1.60: nunca voy a ser una gran mujer. Pero si alguien que conoció tan bien a mis padres y abuelos ve en mí siquiera un rasgo de las personas fantásticas que fueron y son, me doy por feliz. Es lo más lindo que me han dicho nunca.