No todo el tiempo, naturalmente. Cuando se remontan
en el cielo cual pequeños pedazos de papel
o flotan quietas sobre el agua brillante y asemejan
bellos animales de plástico
entonces son una parte lógica del verano y
uno no piensa en ellas con simpatía o animadversión,
pero cuando abren el pico y
gritan como almas en pena y puedes ver el fondo de
sus sangrientos, desvergozandos intestinos...
Si una gaviota ha logrado apoderarse de una cabeza de pescado o
una tripa o cualquier otra carroña y vuela con eso
en el pico, entonces vienen las otras y se abalanzan sobre ella
es mío, es mío, es mío
y el resultado es que la asquerosidad cae en el mar
y se hunde y ninguna saca provecho de ella.
Las gaviotas no tienen sentido de la solidaridad
es mío, es mío, es mío
no me atrevo siquiera a pensar por qué partido votarían
de tener derecho al voto.
En circustancias así me digo:
Qué bueno que no conozco personalmente
a una gaviota
de manera que tenga que comportarme cortésmente con ella.
No querría una gaviota aunque me la regalaran.
Si tuviera que escoger un pájaro diría
Denme un camarero, que haga píar las copas
que baile entre las mesas,
y avance al trote
hacia mí
Las gaviotas forman parejas, al parecer para
toda la vida
y son conocidas por su fidelidad.
Eso nos parece dulce.
Pero no sé. Si yo estuviera casado
con una vociferante,
es mío, es mío, es mío
devoradora de intestinos, apestosa a pescado
criatura, no importa
cuán fiel me fuera, pensaría que
sería mejor que se buscara a
otro
no
Denme una esposa que sonría con toda la boca
que espere en la estación y venga
fluyendo
hacia mí.
Quiero decir, que esté parada en la estación y espere
a que yo llegue en el tren que viene de Oslo o de
donde sea que haya estado.
Una vez vi, un domingo en el puerto de Lillesand,
a dos gaviotas violando una botella plástica que flotaba
entre los muelles
a plena luz, a la hora de la misa
a la vista de los niños
Las gaviotas se comportan como animales, a veces.
Por eso las odio.
no
Denme una paloma, que me arrulle bajito
que abra corazón con dulzura
desnuda de tapujos
Odio las gaviotas. Pero hay muchas
cosas que amo.
Hace mucho tiempo, cuando conocía gente
que, según ellos mismos, no amaba u odiaba
lo mismo que yo, me parecía que estaban locos.
Creo que hay mucha gente así.
Los no fumadores, por ejemplo
que educan a sus hijos para ser pequeños moralistas con tufo a goma de mascar
que van de vagón en vagón diciendo "¡Puaj! Apesta a tabaco aquí.
Fumar daña la salud."
Lo dicho: odio las gaviotas, por todo lo antes
expuesto, pero si me encontrara
con alguien que ame a las gaviotas y lo cuente, o si
me encontrara a un no fumador que piense que
los fumadores no tendrían que poder acceder a los hospitales
o al servicio de público de ferrocarril
sino tomar un taxi
entonces trataría de comprenderlos.
Pero no sería fácil.
no
Denme una paloma, que me arrulle bajito
que abra su corazón con dulzura
desnuda de tapujos
Denme un camarero, que haga píar las copas
que baile entre las mesas,
y avance al trote
Denme una esposa que sonría con toda la boca
que espere en la estación y venga
fluyendo
hacia mí.
Odd Børretzen
Y sí, son casi treinta y seis, pero qué importa, si algo tan bello como esto me llega mientras llueve porque hay alguien que, escuchándolo en mitad de su día, ha pensado "a ella le gustará."
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