en las que he hablado de sus misterios,
las mujeres tratan mis muchos años con extrema amabilidad.
Hacen un agujero secreto en sus agitadas vidas
y me llevan con ellas.
Se desnudan, cada una a su manera,
y dicen:
"Mírame, Leonard,
mírame una vez más."
Luego se inclinan sobre la cama
y me cubren
como a un bebé tembloroso.
Con esto se hace un jueves, casi viernes ya, de dedos helados y pájaros quietos.
No comments:
Post a Comment
¡Habla, pueblo de Aura!