Una amiga me ha dicho antes de ayer, comentando las frustraciones de cierto alguien, que lo que necesitaba para resolverlas es templo y siquiatra.
Yo estoy plenamente de acuerdo: necesita templo, que viene de templar, y un buen siquiatra, preferiblemente de nombre Inocente, recién llegado de las ardientes tierras del Níger, uno de esos que dejan un largo rastro contínuo entre las huellas de sus pies en las arenas del Teneré.
Todavía se pone de suerte y se lo traen los Reyes Magos...
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