Un miércoles de lluvia es para escuchar a Jacques Brel; para leer a John
Steinbeck; para tener los pezones erectos todo el tiempo; para entrar en
una casa abandonada sobre la colina y salvar un caballo de madera; para
masturbarte antes de ahorcarte; para comprobar que la luna tiene color
de muslos; para que regresen los erizos; para poner tus pies húmedos
sobre la espalda de alguien que duerme y que te maldigan entre sueños;
para que un rinoceronte camine por la ciudad y para que un amigo se
enferme y tenga miedo y no sepas qué decirle.
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¡Habla, pueblo de Aura!