Que tampoco es cuestión de ignorar el Miércoles Santo, digo yo. Así pues...
Cálidas nalgas
este Viernes por la noche
las muchachas mejicanas en el carnaval católico
parecen muy buenas
sus maridos andan en los bares
y las muchachas mejicanas lucen jóvenes
nariz aguileña con tremendos ojazos,
cálidas nalgas en apretados bluyines
han sido agarradas de algún modo,
sus maridos andan cansados de esos culos calientes
y las muchachas mejicanas caminan con sus hijos,
existe una tristeza real en sus ojazos
como si recordaran noches cuando sus bien parecidos hombres-
les dijeron tantas cosas bellas
cosas bellas que ellas nunca escucharán de nuevo,
y bajo la luna y en los relampagueos de las
luces del carnaval
lo veo todo y me paro silencioso y lo lamento por ellas.
ellas me ven observando-
el viejo chivo nos está mirando
está mirando a nuestros ojos;
ellas sonríen una a otra, hablan, salen juntas,
ríen, me miran por encima de sus hombros.
camino hacia una caseta
ponga una moneda de diez en el número once y gane un pastel
de chocolate con 13 coloreadas colombinas en la
cima
suficiente por demás para un ex-católico
y un admirador de los calientes y jóvenes y
no usados ya más
aflijidos culos de las mejicanas.
Charles Bukowski
“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”
E. Hemingway.
E. Hemingway.
"París era una fiesta"
Wednesday, 27 March 2013
Tuesday, 26 March 2013
Amagos
"No soy machista, te lo aseguro; las marcas de mis mordidas desaparecen al día siguiente. Pero me dejas hambre y un sabor salado en la boca cada vez que te vas..."
...cantaba el poeta. Y yo recordé que te debo el cuento del hombre que fue hasta el fin del mundo para encontrarse a sí mismo y cuando llegó ya no estaba.
...cantaba el poeta. Y yo recordé que te debo el cuento del hombre que fue hasta el fin del mundo para encontrarse a sí mismo y cuando llegó ya no estaba.
Monday, 25 March 2013
Una polilla sobre sus límites
Y si estás ahí al comienzo y al final de cada día, ¿a quién puede extrañarle que te encuentre al doblar de mis falanges? Déjame repetirte que te quiero, anda.
Sunday, 24 March 2013
Friday, 22 March 2013
Hallazgo
Son unos zapatos marrones y puntiagudos que compraste en Buenos Aires, por aquellos días en que te llenaban de nostalgia las filas de relojeros encorvados bajo sus lamparitas de luz fría, silbabas Mack the Knife mientras vigilabas el parquecito de la esquina y lamías ávidamente la entrepierna de una esperanza demasiado joven.
Te quedan grandes.
Te quedan grandes.
Wednesday, 20 March 2013
De vicios y princesas
Cinco risueñas burkas lideradas por una patriarca viejo como Herodes pasan por mi lado, y el jeque Yerbouti aprovecha para hacer entrada. Todo cuidado es poco cuando guarda una sus lombardas.
Egregore
- No pienses que tú eres especial.
- No pienses que tú estás a la misma altura que nosotros.
- No pienses que tú eres más listo que nosotros.
- No pienses que eres mejor que nosotros.
- No pienses que sabes más que nosotros.
- No pienses que eres más importante que nosotros.
- No pienses que eres bueno en nada.
- No te rías de nosotros.
- No pienses que preocupas a alguien.
- No pienses que tú puedes enseñarnos algo.
Tuesday, 19 March 2013
Acá en Michigan
Martes de urracas quietas que se descubren al paso del primer resfriado primaveral. Creo que esta es la pausa que andábamos buscando; te espero en la cama, mi amor.
Monday, 18 March 2013
Del triste real
Es la tercera vez que me preguntan por qué no traduzco el blog al noruego, por qué no incluyo comerciales y trato de hacerlo rentable de alguna manera. Después de todo, el tiempo es oro, y la plata extra nunca viene mal.
Lo haría, he contestado, si este fuera un lugar para presentar mi vida como si fuera una película en la que no tengo problema alguno para hacer encajar todas las piezas de mi puzzle privado.
En esa película yo, entre otras cosas, sería capaz de cantar, bailar, amamantar, fornicar, entrenar, redecorar, bordar a mano, hornear obras de arte, cuidar mis relaciones, viajar constantemente y ser definitivamente hogareña, todo al mismo tiempo.
Y mis maravillosos y dulces hijos se sentarían en un sofá inmaculadamente blanco y recortarían ángeles de papel en mi casa de arquitectura avanzada, enorme y luminosa, mientras yo bebo vinos caros en la cocina y discuto problemas existencialistas con mis bohemios y responsables amigos.
Pero, además, yo no sería tan difícil e hipersensible como en realidad soy, sino que sería una mujer alegre, descomplicada, con músculos bien definidos y libido desbordada. O bueno, no, desbordada no, que tampoco es cuestión de revolotear en torno al sofá blanco como una flor carnívora. Libido despierta, pero comedida.
Y si alguien me preguntara si estoy satisfecha conmigo misma respondería muy segura, mientras me maquillo con la crema del tono exacto para mi piel: "Por supuesto. Toda mujer ha de querer y aceptarse a sí misma tal como el buen Dios la ha creado, porque así es perfecta."
Desafortunadamente, no es el caso. Este blog tiene de tinte rosa lo que su creadora tiene de grácil bailarina de cabaret tropical: absolutamente nada. Es una pena, eso sí, porque la versión light suena capaz de arreglarle el día al más cabizbajo de los murciélagos, pero qué le vamos a hacer: nunca llueve a gusto de todos.
Lo haría, he contestado, si este fuera un lugar para presentar mi vida como si fuera una película en la que no tengo problema alguno para hacer encajar todas las piezas de mi puzzle privado.
En esa película yo, entre otras cosas, sería capaz de cantar, bailar, amamantar, fornicar, entrenar, redecorar, bordar a mano, hornear obras de arte, cuidar mis relaciones, viajar constantemente y ser definitivamente hogareña, todo al mismo tiempo.
Y mis maravillosos y dulces hijos se sentarían en un sofá inmaculadamente blanco y recortarían ángeles de papel en mi casa de arquitectura avanzada, enorme y luminosa, mientras yo bebo vinos caros en la cocina y discuto problemas existencialistas con mis bohemios y responsables amigos.
Pero, además, yo no sería tan difícil e hipersensible como en realidad soy, sino que sería una mujer alegre, descomplicada, con músculos bien definidos y libido desbordada. O bueno, no, desbordada no, que tampoco es cuestión de revolotear en torno al sofá blanco como una flor carnívora. Libido despierta, pero comedida.
Y si alguien me preguntara si estoy satisfecha conmigo misma respondería muy segura, mientras me maquillo con la crema del tono exacto para mi piel: "Por supuesto. Toda mujer ha de querer y aceptarse a sí misma tal como el buen Dios la ha creado, porque así es perfecta."
Desafortunadamente, no es el caso. Este blog tiene de tinte rosa lo que su creadora tiene de grácil bailarina de cabaret tropical: absolutamente nada. Es una pena, eso sí, porque la versión light suena capaz de arreglarle el día al más cabizbajo de los murciélagos, pero qué le vamos a hacer: nunca llueve a gusto de todos.
Sunday, 17 March 2013
Salmos de cocina
Un buen amigo tuvo ayer la gentileza de venir a mi casa y quitarme de encima la responsabilidad de preparar una cena para diez invitados.
De tan noble gesto he sacado una conclusión, y es que tener a un hombre en la cocina es un poco como ser tres en la cama. En teoría es un hecho moderno, liberador, revolucionario incluso; una de esas cosas que hacen que la hacen sentir a una experta en el arte de saber vivir. En la práctica es un fiasco, como todas las revoluciones, medio siglo más o menos.
Lo cual, como diría mi amado Juanito, es bello e instructivo.
De tan noble gesto he sacado una conclusión, y es que tener a un hombre en la cocina es un poco como ser tres en la cama. En teoría es un hecho moderno, liberador, revolucionario incluso; una de esas cosas que hacen que la hacen sentir a una experta en el arte de saber vivir. En la práctica es un fiasco, como todas las revoluciones, medio siglo más o menos.
Lo cual, como diría mi amado Juanito, es bello e instructivo.
Friday, 15 March 2013
Requisitos para un viernes
Un Martini. Más Martinis.
Un moretón en el muslo hecho contra la esquina de cualquier mueble.
Un leve pero persistente escozor en las postillas que cubren ocho arañazos de gato.
Un libro abriéndose muy lentamente de piernas.
Esta canción.
Wednesday, 13 March 2013
Vals para Sabina
El auditorio está lleno, pero amilanarse está prohibido. Como valientes anguilas nos escurrimos entre la gente y vamos a dar allí donde queremos estar. A partir de ahora para tocar el cielo sólo habrá que estirar la mano.
Comienza la música. Comienzan las bromas, los espasmos de las manos, los sorbos alternos al vaso de whisky y a la botellita de jarabe para la tos. Comienza la labor del mago del gorro, que para la ocasión va muy elegante con un traje que ha comprado hace dos días, por el costo de un mazo de zanahorias, en un pulguero vecino. La moda y sus tiranías. Y sus disidentes.
Me descubre en primerísima fila y me hace un guiño cómplice: no lo he defraudado. No podría, querido, así de simple.
Babyland se impone y con ella las risas, los hombros relajados. No hay nada tan sabroso en el mundo como una canción familiar y cómoda que permita desafinar a gusto. Los aplausos llueven, pero él saca un paraguas para dos. "Cuba, mi corazón", dice mirándome, y yo le respondo enviándole con la punta de los dedos un beso que él devuelve, y con una lagrimilla que no ve. Siento los ojos de todos en la espalda pero finjo no enterarme; basta con que me ardan las orejas.
Dos, tres, cuatro canciones a golpes de tragos e ironías risueñas, hasta que llega Sabina, la musa única del sobrero hongo, experta en el arte de caminar. La boca se me llena de asombro cuando escucho que cambia su nombre por el mío en uno de los versos, y él lo sabe y sonríe, y si saca otro conejo como éste, buen Dios, tendré que llevármelo a casa.
Ya se va. Tiene cincuenta años y una gripe que le ha tomado cariño. Pero antes, una última canción, la del estribo. Los otros quieren canciones largas y dinámicas. "Fisk i en skål", le pido yo, y a él se le ilumina el cansancio. "Mariana, tú sí que sabes", replica, y la canta sin esfuerzo, muy bajito, como si cantara para si mismo. Sé, sí.
Sé aún cuando salgo de nuevo a la calle bañada de una escarcha que ya es de miércoles. Sé más de camino a casa, y para cuando me meto en la cama sé tanto que creo que estallo en sueños inmediatos y blancos. Dentro de unas horas amanecerá, y en la almohada habrá restos de rimmel y sonrisas.
Monday, 11 March 2013
Devil, thy name is television
Facebook, la prensa y un comercial estratégicamente lanzado segundos antes del noticiero vespertino de ayer se han encargado de hacerme saber que mañana se estrena en Noruega una serie llamada Here Comes Honey Boo Boo, que según la impresión que me he llevado - si estoy errada por favor corríjanme, lo agradeceré- muestra las peripecias de una nena de siete años, rubia y obesa, de su madre, rubia y obesa, y del resto de su familia, rubios y obesos.
Por qué habría de resultar interesante ver a todo un clan de campesinos rubicundos hacer gala de su flatulencia, utilizar la boca pescar paticas de cerdo de un tonel o revolcarse en el lodo es algo que me resulta incomprensible. Para no hablar del espectáculo de la nena, que al parecer es experta en crear palabras como "redneckognize" -lo que sea que ello signifique dentro de su cabecita-; mi cerebro no tiene capacidad suficiente para encontrarle la punta a madejas como ésta, y está de más que lo intente.
Lo que sí sé con certeza es que a partir de ahora Mariana y yo aplicaremos la autocensura. Dos noticieros, una serie y el show de Ronnie Wood, todo en el día correcto y a la hora exacta, y ni un pie fuera de esas aguas. Es por nuestro propio bien.
Por qué habría de resultar interesante ver a todo un clan de campesinos rubicundos hacer gala de su flatulencia, utilizar la boca pescar paticas de cerdo de un tonel o revolcarse en el lodo es algo que me resulta incomprensible. Para no hablar del espectáculo de la nena, que al parecer es experta en crear palabras como "redneckognize" -lo que sea que ello signifique dentro de su cabecita-; mi cerebro no tiene capacidad suficiente para encontrarle la punta a madejas como ésta, y está de más que lo intente.
Lo que sí sé con certeza es que a partir de ahora Mariana y yo aplicaremos la autocensura. Dos noticieros, una serie y el show de Ronnie Wood, todo en el día correcto y a la hora exacta, y ni un pie fuera de esas aguas. Es por nuestro propio bien.
Thursday, 7 March 2013
Electra
Zapatos muy lustrosos, Old Spice, humo de cigarrillos mentolados, una sonrisa entre complacida e irónica y un silbido armonioso que no heredé: eso más un mundo de besos es mi papá.
I loves you, Porgy. Feliz cumpleaños.
I loves you, Porgy. Feliz cumpleaños.
Monday, 4 March 2013
Del amor en rojo
En los años 70, Marina Abramovic mantuvo una intensa historia de amor con Ulay. Pasaron 5 años viviendo en una furgoneta realizando toda clase de performances. En 1988, cuando su relación ya no daba para más, decidieron recorrer la Gran Muralla China, empezando cada uno de un lado, para encontrarse en el medio, abrazarse y no volver a verse nunca más. En 2010 el MoMa de Nueva York dedicó una retrospectiva a su obra. Dentro de la misma, Marina compartía un minuto en silencio con cada extraño que se sentaba frente a ella. Ulay llegó sin que ella lo supiera, y esto fue lo que pasó:
Me he enamorado de ellos. Esto tendría que ser el amor, una sonrisa bailando entre las lágrimas y una mano extendida y aceptada.
Me he enamorado de ellos. Esto tendría que ser el amor, una sonrisa bailando entre las lágrimas y una mano extendida y aceptada.
Diez con orejas de gato
Mariana y yo hemos arribado a diez razones para preferir los libros impresos a los libros electrónicos, y hemos confeccionado una lista que ha de servirnos de baciyelmo en futuras confrontaciones con herejes electrónicos. Asunto personalísimo y sujeto a cambios aumentativos.
Los libros de papel:
1. Huelen bien. A excepción de algunos que huelen a vómito, pero eso más que nada es culpa del pegamento con que fueron ensamblados. Todos mis libros de Química sufrieron de ese mal.
2. Son agradables al tacto. Hay miles de tipos diferentes de papel, de formatos, de encuadernaciones. Cosas que le cuentan a tus manos qué tipo de libro sostienen. Incluso con los ojos vendados puede uno hacerse una idea del libro que tiene entre las manos. ¿Grande, pesado y con papel muy liso y brillante? Probablemente un libro caro, con ilustraciones. ¿Mate y sedoso? Un libro de cocina. ¿Hojas finas que murmuran? La Biblia. Y a medida que se lee las manos te van diciendo cuánto has leído, cuánto te queda del libro, y sabes que has de prepararte para decirle adiós a un personaje del que te has enamorado.
3. Son fantásticos compañeros de viaje que además se pueden dejar en cualquier parte. Un libro abandonado sobre una toalla en la arena no sorprende a nadie, en cambio a pocos se les ocurriría dejar descuidado un Kindle o un iPad. (A mí no, al menos.) Incluso puede uno dejar sus libros en el hotel, para que lo disfrute el próximo viajero. De esa mágica manera se libera además espacio en el equipaje para poder comprar otros libros al regreso. ¡Hurra!
4. A los libros no se les acaba la batería, y no necesitan cargadores que tenga uno que recordar regularmente. Lo único que requieren es un poquito de luz, que probablemente sea más que la que daba el candil de tus 19 años, pero que igual no será mucho más si has sido bueno y te has comido tus zanahorias. Y si eres del tipo que gusta de leer en la bañera, es reconfortante saber que tu libro no morirá sin remedio si accidentalmente le das una sambullidita. No quedará exactamente igual después de seco, claro, pero será perfectamente utilizable.
5. Si alguna vez se encuentra uno perdido en la helada tundra o en la más terrible oscuridad, un libro será una buena ayuda. Los libros queman bien. Muy bien. (Nada le es tan preciado a un dictador fresquecito como una buena hoguera de libros que demuestre qué ideas no se le permitirá al pueblo tener entre las manos.)
6. Son ideales para disecar flores. Y para mancharlos de vino rojo. Y para tomar notas al márgen con plumas de punta muy fina.
7. Son una razón para visitar las librerías, las mejores tiendas del mundo.
8. Y también una razón para visitar las bibliotecas, lugares maravillosos.
9. Son regalos socorridos. Un libro electrónico también, claro, pero no es lo mismo, al menos no para los que nos entusiasmamos ante la visión de un paquete cuadrado envuelto en papel de bolitas coloridas. Además son muy fáciles de empaquetar; cualquiera que haya probado con una pelota de fútbol o un candelabro me dará la razón.
10. Con ellos se puede hacer arte, o un escondite, una habitación secreta e incluso una casa.
Continuará...
Los libros de papel:
1. Huelen bien. A excepción de algunos que huelen a vómito, pero eso más que nada es culpa del pegamento con que fueron ensamblados. Todos mis libros de Química sufrieron de ese mal.
2. Son agradables al tacto. Hay miles de tipos diferentes de papel, de formatos, de encuadernaciones. Cosas que le cuentan a tus manos qué tipo de libro sostienen. Incluso con los ojos vendados puede uno hacerse una idea del libro que tiene entre las manos. ¿Grande, pesado y con papel muy liso y brillante? Probablemente un libro caro, con ilustraciones. ¿Mate y sedoso? Un libro de cocina. ¿Hojas finas que murmuran? La Biblia. Y a medida que se lee las manos te van diciendo cuánto has leído, cuánto te queda del libro, y sabes que has de prepararte para decirle adiós a un personaje del que te has enamorado.
3. Son fantásticos compañeros de viaje que además se pueden dejar en cualquier parte. Un libro abandonado sobre una toalla en la arena no sorprende a nadie, en cambio a pocos se les ocurriría dejar descuidado un Kindle o un iPad. (A mí no, al menos.) Incluso puede uno dejar sus libros en el hotel, para que lo disfrute el próximo viajero. De esa mágica manera se libera además espacio en el equipaje para poder comprar otros libros al regreso. ¡Hurra!
4. A los libros no se les acaba la batería, y no necesitan cargadores que tenga uno que recordar regularmente. Lo único que requieren es un poquito de luz, que probablemente sea más que la que daba el candil de tus 19 años, pero que igual no será mucho más si has sido bueno y te has comido tus zanahorias. Y si eres del tipo que gusta de leer en la bañera, es reconfortante saber que tu libro no morirá sin remedio si accidentalmente le das una sambullidita. No quedará exactamente igual después de seco, claro, pero será perfectamente utilizable.
5. Si alguna vez se encuentra uno perdido en la helada tundra o en la más terrible oscuridad, un libro será una buena ayuda. Los libros queman bien. Muy bien. (Nada le es tan preciado a un dictador fresquecito como una buena hoguera de libros que demuestre qué ideas no se le permitirá al pueblo tener entre las manos.)
6. Son ideales para disecar flores. Y para mancharlos de vino rojo. Y para tomar notas al márgen con plumas de punta muy fina.
7. Son una razón para visitar las librerías, las mejores tiendas del mundo.
8. Y también una razón para visitar las bibliotecas, lugares maravillosos.
9. Son regalos socorridos. Un libro electrónico también, claro, pero no es lo mismo, al menos no para los que nos entusiasmamos ante la visión de un paquete cuadrado envuelto en papel de bolitas coloridas. Además son muy fáciles de empaquetar; cualquiera que haya probado con una pelota de fútbol o un candelabro me dará la razón.
10. Con ellos se puede hacer arte, o un escondite, una habitación secreta e incluso una casa.
Continuará...
Sunday, 3 March 2013
D de duele
Me suelto el pelo y aspiro inevitablemente el olor negro y espeso, mezcla de magnolias y aceites, que de él sale. Me preparo un Cuba Libre -trago sarcástico donde los haya- y me siento ente las piernas de Papa, que hoy es Nick y tiene un puñado de cuentos cortos.
Otro domingo, mon amour.
Otro domingo, mon amour.
Friday, 1 March 2013
V
Ese momento de la mañana, justo antes de que se encienda la primer urraca y bostece la luna, en que una toma conciencia del pecho que sobresale de la camiseta, de la melena enredada en la almohada, del calambre en el pie izquierdo, de lo atinado de esconder bolsitas de lavanda en la gaveta de las bragas, y se reacomoda dentro de su propia tibieza y es feliz en su piel, porque por delante hay todo un día que puede ser el peor si el viento cambia, pero todavía no.
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