“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Sunday, 24 March 2013

Friday, 22 March 2013

Hallazgo

Son unos zapatos marrones y puntiagudos que  compraste en Buenos Aires, por aquellos días en que te llenaban de nostalgia las filas de relojeros encorvados bajo sus lamparitas de luz fría, silbabas Mack the Knife mientras vigilabas el parquecito de la esquina y lamías ávidamente la entrepierna de una esperanza demasiado joven.

Te quedan grandes.

Wednesday, 20 March 2013

De vicios y princesas

Cinco risueñas burkas lideradas por una patriarca viejo como Herodes pasan por mi lado, y el jeque Yerbouti aprovecha para hacer entrada. Todo cuidado es poco cuando guarda una sus lombardas.


Egregore

  1. No pienses que eres especial.
  2. No pienses que estás a la misma altura que nosotros.
  3. No pienses que eres más listo que nosotros.
  4. No pienses que eres mejor que nosotros.
  5. No pienses que sabes más que nosotros.
  6. No pienses que eres más importante que nosotros.
  7. No pienses que eres bueno en nada.
  8. No te rías de nosotros.
  9. No pienses que preocupas a alguien.
  10. No pienses que puedes enseñarnos algo. 
La ley de Jante. En sueños la rebate una punto por punto, con placer de casta de gendarmes. Ya despierta, y con la garganta cerrada cual La Pasionaria, lo mejor es hacer  con ella una bolita y lanzarla al mismo lugar al que enviaba Fermina su abanico en tiempos de brisa. Con perdón de Sandemose y de los terrícolas.



Tuesday, 19 March 2013

Acá en Michigan

Martes de urracas quietas que se descubren al paso del primer resfriado primaveral. Creo que esta es la pausa que andábamos buscando; te espero en la cama, mi amor.



Monday, 18 March 2013

Del triste real

Es la tercera vez que me preguntan por qué no traduzco el blog al noruego, por qué no incluyo comerciales y trato de hacerlo rentable de alguna manera. Después de todo, el tiempo es oro, y la plata extra nunca viene mal.

Lo haría, he contestado, si este fuera un lugar para presentar mi vida como si fuera una película en la que no tengo problema alguno para hacer encajar todas las piezas de mi puzzle privado.

En esa película yo, entre otras cosas, sería capaz de cantar, bailar, amamantar, fornicar, entrenar, redecorar, bordar a mano, hornear obras de arte, cuidar mis relaciones, viajar constantemente y ser definitivamente hogareña, todo  al mismo tiempo.

Y mis maravillosos y dulces hijos se sentarían en un sofá inmaculadamente blanco y recortarían ángeles de papel en mi casa de arquitectura avanzada, enorme y luminosa, mientras yo bebo vinos caros en la cocina y discuto problemas existencialistas  con mis bohemios y responsables amigos.

Pero, además, yo no sería tan difícil e hipersensible como en realidad soy, sino que sería una mujer alegre, descomplicada, con músculos bien definidos y libido desbordada. O bueno, no, desbordada no, que tampoco es cuestión de revolotear en torno al sofá blanco como una flor carnívora. Libido despierta, pero comedida.

Y si alguien me preguntara si estoy satisfecha conmigo misma respondería muy segura, mientras me maquillo con la crema del tono exacto para mi piel: "Por supuesto. Toda mujer ha de querer y aceptarse a sí misma tal como el buen Dios la ha creado, porque así es perfecta."

Desafortunadamente, no es el caso. Este blog tiene de tinte rosa lo que su creadora tiene de grácil bailarina de cabaret tropical: absolutamente nada. Es una pena, eso sí, porque la versión light suena capaz de arreglarle el día al más cabizbajo de los murciélagos, pero qué le vamos a hacer: nunca llueve a gusto de todos.






Sunday, 17 March 2013

Salmos de cocina

Un buen amigo tuvo ayer la gentileza de venir a mi casa y quitarme de encima la responsabilidad de preparar una cena para diez invitados.

De tan noble gesto he sacado una conclusión, y  es que tener a un hombre en la cocina es un poco como ser tres en la cama. En teoría es un hecho moderno, liberador, revolucionario incluso; una de esas cosas que hacen que la hacen sentir a una experta en el arte de saber vivir. En la práctica es un fiasco, como todas las revoluciones, medio siglo más o menos.

Lo cual, como diría mi amado Juanito, es bello e instructivo.

Friday, 15 March 2013

Requisitos para un viernes



Un Martini. Más Martinis.

Un moretón en el muslo hecho contra la esquina de cualquier mueble.

Un leve pero persistente escozor en las postillas que cubren ocho arañazos de gato.

Un libro abriéndose muy lentamente de piernas.

Esta canción.


Wednesday, 13 March 2013

Vals para Sabina


Oslo de martes. Oslo marciano, helado, gris, árido de un invierno que, sin embargo, tiene los días contados, como las dictaduras y los dientes de leche. Oslo de martes marciano y de gente que camina muy rápido para que no se le enfríe el amor.

El auditorio está lleno, pero amilanarse está prohibido. Como valientes anguilas nos escurrimos entre la gente y vamos a dar allí donde queremos estar. A partir de ahora para tocar el cielo sólo habrá que estirar la mano.

Comienza la música. Comienzan las bromas, los espasmos de las manos, los sorbos alternos al vaso de whisky y a la botellita de jarabe para la tos. Comienza la labor del mago del gorro, que para la ocasión va muy elegante con un traje que ha comprado hace dos días, por el costo de un mazo de zanahorias, en un pulguero vecino. La moda y sus tiranías. Y sus disidentes.

Me descubre en primerísima fila y me hace un guiño cómplice: no lo he defraudado. No podría, querido, así de simple.

Babyland se impone y con ella las risas, los hombros relajados. No hay nada tan sabroso en el mundo como una canción familiar y cómoda que permita desafinar a gusto. Los aplausos llueven, pero él saca un paraguas para dos. "Cuba, mi corazón", dice mirándome, y yo le respondo enviándole con la punta de los dedos un beso que él devuelve, y con una lagrimilla que no ve. Siento los ojos de todos en la espalda pero finjo no enterarme; basta con que me ardan las orejas.

Dos, tres, cuatro canciones a golpes de tragos e ironías risueñas, hasta que llega Sabina, la musa única del sobrero hongo, experta en el arte de caminar. La boca se me llena de asombro cuando escucho que cambia su nombre por el mío en uno de los versos, y él lo sabe y sonríe, y si saca otro conejo como éste, buen Dios, tendré que llevármelo a casa.

Ya se va. Tiene cincuenta años y una gripe que le ha tomado cariño. Pero antes, una última canción, la del estribo. Los otros quieren canciones largas y dinámicas. "Fisk i en skål", le pido yo, y a él se le ilumina el cansancio. "Mariana, tú sí que sabes", replica, y la canta sin esfuerzo, muy bajito, como si cantara para si mismo. Sé, sí.

Sé aún cuando salgo de nuevo a la calle bañada de una escarcha que ya es de miércoles. Sé más de camino a casa, y para cuando me meto en la cama sé tanto que creo que estallo en sueños inmediatos y blancos. Dentro de unas horas amanecerá, y en la almohada habrá restos de rimmel y sonrisas.



                                     Fotos:©The Old Man Down The Road



Monday, 11 March 2013

Devil, thy name is television

Facebook, la prensa y un comercial estratégicamente lanzado segundos antes del noticiero vespertino de ayer se han encargado de hacerme saber que mañana se estrena en Noruega una serie llamada Here Comes Honey Boo Boo, que según la impresión que me he llevado - si estoy errada por favor corríjanme, lo agradeceré- muestra las peripecias de una nena de siete años, rubia y obesa, de su madre, rubia y obesa, y del resto de su familia, rubios y obesos.

Por qué habría de resultar interesante ver a todo un clan de campesinos rubicundos hacer gala de su flatulencia, utilizar la boca pescar paticas de cerdo de un tonel o revolcarse en el lodo es algo que me resulta incomprensible. Para no hablar del espectáculo de la nena, que al parecer es experta en crear palabras como "redneckognize" -lo que sea que ello signifique dentro de su cabecita-; mi cerebro no tiene capacidad suficiente para encontrarle la punta a madejas como ésta, y está de más que lo intente.

Lo que sí sé con certeza es que a partir de ahora Mariana y yo aplicaremos la autocensura. Dos noticieros, una serie y el show de Ronnie Wood, todo en el día correcto y a la hora exacta, y ni un pie fuera de esas aguas. Es por nuestro propio bien.