Y porque a pesar de que los hijos de puta son muchos y muy grandes, también hay la contrapartida; a mi alrededor se moviliza la gente y abre caminos y corazones y quiere ayudar y lo hace, y sonríe uno entre las lágrimas porque tiene la suerte de pertenecer a ese grupo que tiene la posibilidad de aliviar un poco el dolor de otros y ser lo que menos puede ser alguien en la repuñetera vida: el prójimo.
Esta imagen tan simple y tan bonita, me ha lavado el alma hoy. Este policía danés, que juega con una niñita siria en la autopista entre Dinamarca y Suecia, es mi héroe del día: habría que empapelar el mundo con gente así, ahora mismo.
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Dinamarca |
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Alemania |
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Dinamarca |
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Serbia |
Nota aparte: Según el diario que publica la noticia, hay decenas de
chicas enviando mensajes coquetos al agente en cuestión, y preguntando
cuán mal hay que portarse para que vaya a arrestarlas, y es
completamente comprensible: buenito, guapo y con un juego de esposas,
es apenas lógico que tenga una ganas de preguntarle: Policía, policía,
¿tú eres mi amigo?
Nota segunda: Han aparecido aún más fotos de policías haciendo lo que se supone que hagan cada día: proteger y servir, y yo, que normalmente tengo suelo mirarlos con ojos de blitzer, me muerdo la lengua con todo el gusto del mundo, por una vez. Bravo, carajo.
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