No honramos a los muertos
sino a los valientes.
Todos los muertos no fueron valientes...
El barro es la consigna de la oportunidad.
Ahí , contra púrpura y bronce,
espirales de polvo en el viento
reunido por la ráfaga de un baile,
el polvo rojo vibra como un abanico.
El barro desmenuzado se eleva,
se revuelve en una espiral de lus.
Coño, crece, como si la voz de una niña te lo pidiera...
una espiral, como el humo sobre el fuego
sobre esta pira,
mientras se escucha el grito agudo de una niña
que señala el horizonte con su mano.
Algunos de nosotros hemos amado esta tierra:
le dijimos a esa niña,
sus dedos en el polvo, que cantara.
El polvo era una bufanda, salvaje,
custodiando su baile. La vimos tirar
piedras rojas a los cimientos de las rígidas paredes. Hoy
los secos vientos devuelven el eco,
nos traen, a los dolientes
en las paredes del cañón, el rebuzno del ano.
Ernest Hemingway. Julio de 1937
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