Un señor está extendiendo pasta dentífrica en el cepillo. De pronto ve, acostada de espaldas, una diminuta imagen de mujer, de coral o quizá de miga de pan pintada.
Al abrir el ropero para sacar una camisa, cae un viejo almanaque que se deshace, se deshoja, cubre la ropa blanca con miles de sucias mariposas de papel.
Se sabe de un viajante de comercio a quien le empezó a doler la muñeca izquierda, justamente debajo del reloj de pulsera. Al arrancarse el reloj, saltó la sangre: la herida mostraba la huella de unos dientes muy finos.
El médico termina de examinarnos y nos tranquiliza. Su voz grave y cordial precede los medicamentos cuya receta escribe ahora, sentado ante su mesa. De cuando en cuando alza la cabeza y sonríe, alentándonos. No es de cuidado, en una semana estaremos bien. Nos arrellanamos en nuestro sillón, felices, y miramos distraídamente en torno. De pronto, en la penumbra debajo de la mesa vemos las piernas del médico. Se ha subido los pantalones hasta los muslos, y tiene medias de mujer.
Julio Cortázar
Muy bueno!! Cortázar no se cansa de sorprenderme!!
ReplyDeleteSaludos!
Parado en el Abismo
Es la magia de los escritores de su talla, puedes leerlos en círculos.
DeleteSaludines mil.
Lo máximo!
ReplyDeleteGrande, grande Cortázar.
Deleteluego, si uno eso en una historieta, le llaman argentino a uno.
ReplyDeletey no es justo, señores.
pero el cortázar me agobia.