“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Thursday 9 February 2012

Niñito cubano

Hoy he recordado un par de detalles de la educación primaria de la Cuba de los 80-90 que en su momento me parecieron molestos y hoy me resultan francamente indignantes: la figura de un conejo y la de una tortuga, ambas cubiertas de plástico duro, que le colgaban los profesores del botón de la camisa o blusa a aquellos que llegaban siempre puntuales o siempre tarde a clase.

Todavía me pregunto cómo es que nuestros padres aceptaban que se nos humillara así. Quiero pensar que era algo en lo que no reparaban o que lo veían como una manera de enseñarnos a ser puntuales por más que fuera, como tantas otras cosas, a través del escarnio público.
La opción -alumbrando en rojo- es creer que sencillamente eran tan conscientes de los peligros de la más mínima protesta que la segregación diaria de un puñado de niños no les merecía la pena.

Qué viejo, qué apolillado, qué amortajado en su propia sombra estuvo siempre aquel hombre nuevo...

Bansky

6 comments:

  1. yo no recuerdo lo de la tortuga. Sí recuerdo que en mi escuela había dos testigos jehová y que no usaban pañoleta ni saludaban el himno. No recuerdo nada específico, pero sí que habia cierto rechazo generalizado hacia ellos.

    ReplyDelete
  2. Que yo recuerde en mi escuela (secundaria) sólo había una testigo de Jehová. Le tiraban cuando había que participar en algún acto o cosas así, peor por lo demás no creo que la jorobaran mucho. Gracia a Dios, porque era una niña muy frágil.

    Pero la tortuga y el conejo no se me olvidarán jamás. Hijos de la gran puta...

    ReplyDelete
  3. Yo recuerdo claramente lo de la tortuga cuando llegabas tarde porque me tocó un par de veces.Para mayor INRI te ponían en una fila aparte, la de los rezagados. Partía de anormales.
    Otro gran recuerdo: "la mancha del expediente", esa entelequia con la que nos atemorizaban inmisericordemente desde auxiliares pedagógicos hasta directores.
    María

    ReplyDelete
    Replies
    1. Hasta las conserjes amenazaban con el cabrón expediente si no hacías el trabajo por el que les pagaban a ellas. La de veces que lloré de rabia cuando me tenía que quedar recogiendo papeles y barriendo el aula porque "me tocaba", mientras ellas chismeaban en el pasillo.

      Delete
  4. Coño estamos sintonizados. Yo en estos dias, ex-profeso, he hecho llegar a mi hija un par de veces tarde a la escuela y otras tantas la he dejado sin hacer "la tarea". Solo para que vaya aprendiendo a sus 6 años, que no siempre hay que seguir todas las reglas. Y aunque me encabrone por dentro rio cada vez que se defiende como gato boca arriba.
    Yo si me acuerdo de la tortuga y del conejo. Y ahora pienso lo mismo que la Cra de Siberia. Ese diseño social basado en la exclusion y el temor desde chiquitos es una reverenda mierda

    ReplyDelete
    Replies
    1. Bien hecho, Julio. Las ovejas están en los prados, no en las aulas.

      Delete

¡Habla, pueblo de Aura!