Los que me conocen saben que, generalmente, las versiones de los clásicos que amo suelen provocarme un ligero escozor. En ciertos casos, incluso ronchas. Algunas, empero, están llenas de luz. Una luz distinta a la de los originales, una luz menos potente y duradera, pero luz al fin, y ésta es una de ellas.
La voz morbosa y oscura de Amanda Palmer es perfecta para contarcantar la historia de Polly, raptada y torturada después de un concierto en Tacoma, y el banjo le pone al arreglo una nota macabra que es puro genio.
La Palmer recomienda escucharla con audífonos, de noche y en soledad. Yo también.
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¡Habla, pueblo de Aura!