Un solo de trompeta china estremece la tarde. Le sigue un repiqueteo de tambores, y el toque desbraguetado de una corneta china. Detrás, arrollando, vienen San Berenito y Santa María, mujeres y hombres, ancianos y niños, blancos y negros, todos mezclados, felices, sudorosos, cubanos. Y después de dos meses de acorazarme el corazón al paso de la miseria, es esta alegre conga de todos lo que me hace llorar.
Cuba, Año del Triunfo del Hipoclorito
Oh aquellos tiempos de cativana...
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