Alguien tendría que explicarles a quienes manejan la industria de los fármacos sicalípticos las leyes del uso, el usufructo y la propiedad, en aras de ahorrarles tiempo y esfuerzos. Ofrecerme una y otra vez métodos para "alargar mi masculinidad" es como ofrecerme un dromedario más veloz: lo agradezco de corazón, pero es que no tengo un dromedario, ni siquiera uno viejecito, con lo cual el cambio sería más bien fraudulento. Usufructuaria sí, propietaria no.
Además, tomando en cuenta mis manías de limpieza y mi obsesión con la campiña francesa, si tuviera una masculinidad lo más probable es que me pasara el día echándole polvos de talco inglés y gotas de agua de lavanda, y vaya usted a saber qué urticaria cogería no más en cuestión de horas, lo cual echaría a perder cualquier buen propósito de los buenos boticarios, ángeles guardianes de todo lo caído, para disgusto de mi abuelito, -Dios lo tenga en su gloria- que también lo fue, y yo ya no tengo un huequito libre en esta conciencia para más perredades.
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¡Habla, pueblo de Aura!