Una de mis amigas acaba de irse a Cuba. Se despidió de mí ayer en el solar, y la sonrisa se veía a través de sus letras.
Es una matancera bonita, repostera insigne y DJ de altura, alegre como un domingo y con una capacidad para torear imbéciles envidiable. Se va con su hijita, una chiquilla encantadora heredera de la sandunga materna, a llenarse de mar y de tejas, de la risas de sus viejos y las bromas de sus amigos.
De mula tiene el tesón, y las fiestas que haga no serán para alardear ante los suyos de lo bien que le va en la vida sino para compartir el bienestar con ellos, aunque sea efímeramente. Le importa muy poco a manos de quien vaya a parar su dinero al final, porque tiene sus prioridades tan claras como un arroyo.
Le deseo la Cuba de los buenos, esa que se encuentra en las macetas de begonias, en el olor del congris y en las voces de los padres temprano en la mañana.
Matanzas...que bella! Siempre bella, resistente al salitre y la eroción revolucionaria, gente linda y buena. Yo la llevo en mi sangre. Que la pase bien tu amiga!
ReplyDeleteGracias, Patricia, por los buenos deseos, y gracias por pasar. Mucha buena suerte para tí también.
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