Pasó por mi lado de la mano de sus dos nietos pequeños y dejó una estela de patchuli, cigarrillos y buenos recuerdos tras sí. Brazos desnudos y totalmente tatuados, camiseta con el Eddie de
Iron Maiden y una sonrisa como un sol. Me miró, miró a mi bebé y nosotros la miramos de vuelta con la misma simpatía.
Me hubiera gustado tomarle una foto, no para publicarla sino para guardarla como un recordatorio: la vida es eso, ser uno mismo hasta el final, cagarse olímpicamente en el resto y vivir por muchos años, auténtica y felíz, en la memoria de una desconocida.
Foto: Desconocido
Si, algo así. Ojalá yo llegue a vieja con esa alegría y ese desparpajo: me voy a considerar dichosa.
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