En los últimos días he vuelto a desguazarme el labio a fuerza de aguantar el corazón y ahora, de entre toda la tristeza, la preocupación, el desencanto, la rabia, es al fin la cara de esta pobre Rosa María, de pie entre los escombros de toda su vida, envuelta en este triste trapo que no la abriga de tan gastado y tan forastero, lo que me ha roto en lágrimas.
Hay ratos así, hijos de puta.
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Foto: Yander Zamora |
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¡Habla, pueblo de Aura!