Hoy, en Instagram, he visto a una señora muy gorda y muy rubia, con esa rubiéz que tiene invariablemente un dedo de raíz negra -what's the deal with that? No, en serio: hay plata para atiborrarse de dulces y hamburguesas y cadáveres de pollos, y para comprar un perro con cara de imbécil, y para ponerse esas horrendas uñas de acrílico que vaya a saber el Buen Pastor cómo hacen luego para...en fin, ¿pero no para retocar las raíces con asiduidad? Why? Why indeed, Mackenzie?- y cejas que gritan en contra de la deforestación, increpar de mala manera a Eddie Vedder por poner rodilla en el suelo en solidaridad con los jugadores de la FNL.
"¡Traidor! ¡Apátrida!" ha dicho la egregia señora.
"¡Tienes una seguidora menos! ¡He de quemar todos tus CDs!" ha dicho también.
Y he pensado en la fábula del camello y la pulga, y he pensado también que, si yo fuese mejor cristiana, le daría a Mackenzie la dirección de nuestro entrañable Saavedra para que se diera una vueltita por North Carolina con su aplanadora y pusiera su granito de patriotismo criollo.
"La gorda y el hombre lobo." De nada, Samaniego.
“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”
E. Hemingway.
E. Hemingway.
"París era una fiesta"
Tuesday, 26 September 2017
Monday, 25 September 2017
Sabina y las matemáticas
Una vez alguien me dijo que no escuchaba a Pearl Jam porque ya escuchaba a Creed. Es una de esas frases que me acompañarán toda la vida, como los despertares con rancheras a que me sometía mi vecino, o aquel vaso de leche que mi madre me hacía tragar después de cada comida. Hay mierdas así de inolvidables.
Y sin embargo, yo he dicho algo parecido hace poco: "No escucho a Sabina porque escucho a Tom Waits." La diferencia es que Tom Waits es un mago -con conejos lujuriosos y todo, con pañuelos manchados de sangre menstrual y todo, con palomas tuertas de espiar y todo- mientras que Sabina es un pálida imitación de Bukowski, y yo estoy hasta el sobaco de Bukowski. No hay que rebuscarse tanto para hablar de putas, en serio: cualquier borracho de los que se sientan en el bar de mi calle a envenenarse con ron peleonero y la cárcel de Sing Sing tiene más desgarro que contar, de primera mano y con toda la saliva.
Tampoco me gustan las matemáticas. Para comprenderlas tuve en su tiempo un buen maestro y para evitarlas tengo ahora un cartelito: yo es que soy de letras. De cualquier letra, pero sobre todo de la M: Mariana, Manzanillo, mierda, maravilla y muerto. Y "más, más", también, sobre todo si llueve, que no es una de palo.
Y sin embargo, yo he dicho algo parecido hace poco: "No escucho a Sabina porque escucho a Tom Waits." La diferencia es que Tom Waits es un mago -con conejos lujuriosos y todo, con pañuelos manchados de sangre menstrual y todo, con palomas tuertas de espiar y todo- mientras que Sabina es un pálida imitación de Bukowski, y yo estoy hasta el sobaco de Bukowski. No hay que rebuscarse tanto para hablar de putas, en serio: cualquier borracho de los que se sientan en el bar de mi calle a envenenarse con ron peleonero y la cárcel de Sing Sing tiene más desgarro que contar, de primera mano y con toda la saliva.
Tampoco me gustan las matemáticas. Para comprenderlas tuve en su tiempo un buen maestro y para evitarlas tengo ahora un cartelito: yo es que soy de letras. De cualquier letra, pero sobre todo de la M: Mariana, Manzanillo, mierda, maravilla y muerto. Y "más, más", también, sobre todo si llueve, que no es una de palo.
Thursday, 14 September 2017
Y si te toca llorar, es mejor junto al mar
Hoy he visto a alguien decir que "nadie que ella conozca en Cuba vive en las condiciones que muestran las fotos que circulan a raíz del huracán." Le parece, por tanto, de muy mal gusto, inmoral casi, que esa sea la imagen que se proyecta al mundo: un país y un pueblo en ruinas.
De alguna manera, me recordó a mi madre, hace apenas unos meses, mirando incrédula un programa de televisión sobre Cuba. En algún momento el malestar pudo con ella y exclamó, con toda la indignación de su condición de blanca de Castilla: "¡Qué barbaridad! ¡Ahora en Europa pensarán que en Cuba somos todos negros!"
Cada uno escoge las heridas por las que quiere respirar. Y escoge los árboles de los que quiere colgarse. Y escoge las mentiras que quiere creer, y las ilusiones que quiere seguir regando con una latica, y los sueños que quiere coserle a la almohada, y las narices de los ositos para restregar la inocencia. Dios sabe que yo, entre todas, soy la menos adecuada para pedirle a nadie pragmatismo alguno: mi reino no será nunca de este mundo.
Pero aún así, aún así, por mucho que uno no viva como piensa sino piense como vive, por más que vista haga fe, por más que a veces sea necesario meter el dedo en la llaga como Tomás, llega un momento en que la realidad se impone con todo su ordinario peso y no hay más remedio que pestañear rápido para que pasen las lágrimas, y respirar profundo, y regalarle al olvido la cajita de pastillas de violetas donde guardabas precisamente este amor y admitir que sí, que se lo llevó el carajo.
De alguna manera, me recordó a mi madre, hace apenas unos meses, mirando incrédula un programa de televisión sobre Cuba. En algún momento el malestar pudo con ella y exclamó, con toda la indignación de su condición de blanca de Castilla: "¡Qué barbaridad! ¡Ahora en Europa pensarán que en Cuba somos todos negros!"
Cada uno escoge las heridas por las que quiere respirar. Y escoge los árboles de los que quiere colgarse. Y escoge las mentiras que quiere creer, y las ilusiones que quiere seguir regando con una latica, y los sueños que quiere coserle a la almohada, y las narices de los ositos para restregar la inocencia. Dios sabe que yo, entre todas, soy la menos adecuada para pedirle a nadie pragmatismo alguno: mi reino no será nunca de este mundo.
Pero aún así, aún así, por mucho que uno no viva como piensa sino piense como vive, por más que vista haga fe, por más que a veces sea necesario meter el dedo en la llaga como Tomás, llega un momento en que la realidad se impone con todo su ordinario peso y no hay más remedio que pestañear rápido para que pasen las lágrimas, y respirar profundo, y regalarle al olvido la cajita de pastillas de violetas donde guardabas precisamente este amor y admitir que sí, que se lo llevó el carajo.
Foto: Wanda Canals Fleitas |
Tuesday, 12 September 2017
De la lluvia, dentro y fuera
En los últimos días he vuelto a desguazarme el labio a fuerza de aguantar el corazón y ahora, de entre toda la tristeza, la preocupación, el desencanto, la rabia, es al fin la cara de esta pobre Rosa María, de pie entre los escombros de toda su vida, envuelta en este triste trapo que no la abriga de tan gastado y tan forastero, lo que me ha roto en lágrimas.
Hay ratos así, hijos de puta.
Hay ratos así, hijos de puta.
Foto: Yander Zamora |
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