—¿Son para comer, estas albóndigas?
—¿Para qué habrían de ser, si no?
— No me contagiarán de ébola, ¿verdad?
—Qué idea tan estrafalaria, ¡por supuesto que no! El ébola no se transmite de esa manera.
—Podría, si las albóndigas fueran de carne humana.
—Ya, pero a nadie en el mundo se le ocurriría hacer picadillo de carne humana, y enferma de ébola, para más inri...
—¿A nadie? Pensaba que una de tus máximas era eso de que "nadie" y "todo el mundo" son los acólitos del Diablo; ¿te desdices?
Cría cuervos...
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¡Habla, pueblo de Aura!