“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Friday 11 October 2013

Woman, oh woman, don't treat me so mean

—Te lo he dicho antes, pero por si aún no te enteras te lo repito: ¡no me gusta que me digan lo que tengo que hacer a menos que esté desnuda!— le ha gritado mi vecina a su marido, y ha entrado en su casa dando un portazo que lo ha hecho saltar a él, al gato sobre el tejado, a los cuervos en la copa los abedules y a Mariana detrás de la taza de té.

Luego todo se ha quedado muy, muy quieto, y me parece adecuado. Nunca se sabe cómo va a terminar un viernes que comienza con una ventolera de sinceridad.

6 comments:

  1. La carne de gallina. Desnuda, claro.

    ReplyDelete
    Replies
    1. Son días para enroscarse sobre la cola y lamer lo que trae el viento, ya sean hombres o gallinas.

      Delete
    2. ¡Oh! ¡Encuerismos al pie del café, buen pellizco para la mañana!

      Delete
    3. Y yo pensando en Némesis -a quien los gringos se han encargado de vulgarizar, pero esa es otra historia- que era representada por los antiguos con un dedo sobre los labios y el codo doblado: el codo es la medida que el hombre no debe rebasar jamás, y el silencio se impone para no atraer la ira divina.
      Y sé que cuesta, pero ando aprendiendo que hay cosas que suenan mejor mucho después que se piensan, desnudas sí, y con rabia, pero sin testigos.

      Delete
  2. Lo de "a menos que esté desnuda" ya ha dejado fuera de juego al marido. Seguro que todo empezó a ir mal por no ponerse sombrero hongo, gorro de lana o casco de motorista por la mañana.

    Las ventoleras de sinceridad siempre terminan con un portazo.

    ReplyDelete
    Replies
    1. Yo recomendaría una capa. En el peor de los casos siempre podría aprovechar la ventolera y volar lejos.

      Delete

¡Habla, pueblo de Aura!