Uno de mis mejores amigos se divorcia de la madre de sus hijos, una mujer joven, bonita, pelirroja, amante del rockabilly y púdica, muy púdica, extremadamente púdica.
—La pobre— ha dicho Mariana por encima de la voz de Lotte Lenya,— ahora tendrá que cerrarle los ojales a todos esos primorosos camisones de dormir que tiene.
No conoce la piedad, esta criatura. Ni el equívoco.
Es lo que tiene el pudor, que obliga a abrir mil ojales en los primosos camisones.
ReplyDeleteMe encantó el mapa de ti, pero no dejé comentario por pudor, sólo por pudor.
Un saludo, Guardarraya.
Que sepas que te lo prohíbo. Cualquier otro argumento es aceptable -incluso el dolor en el dedo corazón- menos ese. Como no comentes me ofendo, ya ya sabes las que se gasta esa infeliz Mariana.
ReplyDeleteOjales... bueno, esas son las perversiones del pudor, que suelen ser tan impúdicas...
ReplyDeleteSólo una cosa hay más triste que zurcir ojales en una casita de color pastel: abrirlos.
Delete