El día que Silvio Rodríguez se muera los que llevamos desde siempre sus canciones prendidas con una libélula a la solapa lloraremos. Y le perdonaremos, entonces, con la memoria blanda del corazón y el miedo a lo eterno, que además de ser un gran poeta haya sido un hombre.
Pero hay quienes lo llorarán más y más alto: esos que necesitan de Silvio para sacar a pasear los perros negros de la amargura; los que, a falta de fantasía, echan mano a diario de los rencores para espesar el caldo de larvas mediocres en que se cocinan lento, lento, como conviene a las carnes duras y a los enanos de ánimo; aquellos que arremeten contra los alfiles porque a la Reina, claro, no le pueden dar ni jaque.
Y no le perdonarán. No podrán perdonarle haberlos dejado con un odio de menos.
Bien. Bien. Muy bien. Como claro de luna... Sigo ahí... tras tus posts... Ellos, tan osados, como honestos...
ReplyDeleteSon dos de mis defectos, no puedo negarlo. Mil gracias por pasar y comentar, espero que te quedes mucho. Saludos.
DeleteMuy bueno, sigo leyendo. Slds
ReplyDeleteMuchas gracias, espero que el resto también le agrade. Saludos de vuelta.
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