“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Wednesday, 12 December 2012

Come me


 Mi mejor amiga acaba de comprarle a mi padre "Kaputt", de Curzio Malaparte, autor de "La piel", uno de sus -y mis- libros más queridos.

 Yo lo he buscado infructuosamente durante años incluso en librerías de Sevilla y Madrid, y sé que el regalo* lo hará feliz. Me preocupa, eso sí,  la paz mental del  resto de la familia y los amigos, que tendrán que escuchar muchas veces el recuento de pasajes como el de abajo, pero cada pena a su hora.

"Meses después, cuando el Duce ha caído y las tropas aliadas avanzan hacia Nápoles, Malaparte logra llegar de incógnito a su casa en Capri y se cruza caminando por el bosque con su vecino Axel Munthe, que había hecho célebre su amor por las aves en su best seller La historia de San Michele. Munthe le pregunta preocupado si es cierto que los nazis matan a los pájaros. El mundo no tendría sentido sin el canto de las aves, dice. Malaparte le contesta que, cuando seguía a las tropas alemanas por Ucrania, cruzaban un bosque en medio de la niebla y se oía un lamento horrible que se fue acallando de a poco hasta que desembocó en el más escalofriante silencio. Entonces se alzó la niebla y Malaparte comprendió qué había sido aquel sonido: judíos clavados vivos a los árboles que rogaban a los que pasaban a sus pies que les acortaran su suplicio con un misericordioso balazo. El espeluznado doctor Munthe quiere retirarse, pero Malaparte no ha terminado: agrega que sólo oyó ese silencio otra vez en su vida, el día anterior en el puerto de Nápoles, mientras buscaba quién lo cruzara a Capri. En un sótano descubrió una perrera clandestina. Rebalsaba de perros enloquecidos pero, inexplicablemente, no ladraban: les habían cortado la lengua al capturarlos para poder hacer acopio de mercadería sin llamar la atención, y luego ir matándolos y vendiendo la carne a precio de oro en el mercado negro."




*Gracias otra vez, mi dulce Ofelia. Cada vez me convenzo más de que nuestros mayores tenían razón cuando decían que el que tiene amigos tiene centrales, por mucho que ya Cuba no los tenga. Te quiero.

4 comments:

  1. Yo quiero leer este libro. La imagenes aunque muy duras solo reflejan la realidad. Yo lo quiero......

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  2. Haces bien. Los paños tibios son para los niños y los tontos.

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  3. Esas imágenes debiesen salvarnos para que no se repita más.

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    1. Bastarían, si fuésemos capaces de hacer a un lado la piedra en lugar de cortarnos el pie.

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¡Habla, pueblo de Aura!