Desperté cuando ya casi amanecía y lo sacudí por el hombro.
"¡Ya lo tengo!"
Él contesto sin abrir los ojos. "¿Hmm?"
"¡Si la liguina se parece a la vainilla, entonces se puede cocinar con libros!"
Hubo una pausa y entonces dijo, con una voz muy clara y poniendo énfasis en cada palabra "¡Ésto es el colmo, carajo!", y se volvió a dormir inmediatamente.
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"Huele a gloria el pastel", comentó mientras buscaba la Biblia de su madre.
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