Mariana se pasea por la cocina, taza de café en mano y vestida con camiseta y hotpants, que para algo está sola. De repente, su más reciente retoño exclama
"¡Pí!" y se lanza de cabeza contra las nalgas de la madre, con un entusiasmo y un regocijo inequívocos. Sólo entonces repara la infelíz, que ahora chorrea un mejunje prieto y pegajoso, en que el dichoso hotpant está cubierto de los pajarillos que enloquecen a su hijo.
Huelga decir que la progenitora de todas las aves ha sido mentada durante y después del descalabro, varias veces y en términos poco halagüeños.
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¡Habla, pueblo de Aura!