Para mí, Pablo es la nostalgia suave, lluvia de otoño, amores de madrugada para cantar años después. Silvio es la necesidad, un puñado de golondrinas, los alfileres en la melena, el puñetazo en el corazón, un desboque de ideas aleteando en las cuerdas.
Pero si de raza se tratara, para algo a de servir llevar España en la piel y África en la boca.