Hoy tenía puestos mis Dr. Martens de color obispo, y un señor me ha mirado y ha sonreído, sin dientes pero con toda la boca. Mi primer impulso ha sido revisar que a la blusa no le había salido escote, y luego he sonreído yo también.
El otoño lo vuelve todo más bonito y amable, también a los extraños. Y la edad lo vuelve todo más paranoico, al parecer.
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¡Habla, pueblo de Aura!