Que venga alguien y me diga que el Poder Popular les paga el canto y el sentimiento. Que me diga alguien que esa negra bonita que quiere quemar el cielo si es preciso, por vivir, está comprada. O mejor que no, que no vengan, que mis buenos modales limitan con la hijoputancia, y hay que ser hijo de puta para ponerle un pero a esas sonrisas, señores, de la misma manera en que hay que ser ciego para pensar que el documental va sobre la gira de Silvio.
Lágrimas, sí, pero también esa maravillosa sensación de no amar en vano. Porque esta quizás no sea la mejor manera, pero es su manera, y bien vale la esperanza.
Ps. El Santi, el Santi sólo, habría sido suficiente para abrirme de piernas el corazón. Gracias Maga, sultana mía, cómplice de estrellas.
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¡Habla, pueblo de Aura!