Necesito una sopa, Nitza. Necesito tu mejor remedio contra la soledad, contra las sonrisas tristes, contra las arrugas amarillas, contra el vacío de una casa demasiado grande donde una mujer me aprieta entre sus brazos de gorrión viejo. Necesito un brebaje que le traiga de vuelta al hombre que tose con ella en la noche, ese que ignora su charla infinita, el que le falta ahora al sillón de al lado.
La nicotina de su pena me ha cerrado los pulmones, pero en cambio me ha abierto el corazón. Aprovéchate de mí. Haz la magia.
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¡Habla, pueblo de Aura!